Hacer una declaración de principios no es fácil, pero lo hacemos porque a nuestros medios precisamente les faltan principios. Un manual de estilo que deberían seguir para evitar pesadillas como las que acontecieron en los últimos 10 años, donde vimos programas siúticos de baja calidad y personajes que se alejan de los canones normales de personalidades públicas. Respondiendo a esa necesidad de hacer periodismo de industria de calidad y desde el punto de vista de los televidentes, lo cual nos debe dar una posición de independencia y objetividad ineludible, es que TVenserio nace para ser la voz de los que se cree que no deberían tener voz.
Yo tengo. Usted tiene. Todos tenemos un televisor. Ese medio creado, según los estatutos de la BBC de Londres, bajo tres pilares fundamentales: Informar, educar y entretener.
Pero, ¿cuánto de eso en Chile se cumple? En los últimos 10 años yo diría que poco y nada. Con más nada que poco. Estamos claros que la televisión chilena no es bien vista por la ciudadanía, ya que no ha hecho buen periodismo bajo contadísimas excepciones. No educa absolutamente nada y no forma. Y solo se dedica a entretener pero de la forma más baja posible.
Centrarse al entretenimiento no es malo, al contrario, tenemos derecho a olvidarnos de nuestros problemas viendo la “caja boba”, como lo llamó Bill Clinton en el año ’96. Pero entramos a un punto de buen o mal gusto con los productos que escogimos como divertimento: Programas donde se denigra a la mujer o a las personas de piel negra, modelos a seguir que se escapan de los valores con los que crecemos como familia o con lo que aprendemos en la escuela, ausencia de buenos “role models” y la sobredosis de peleas por amores, dinero o vanidad, fueron los pésimos ingredientes de esa sopa con un sabor a azúcar amargo que ya terminó por hastiar al chileno promedio.
Hoy, ¿qué hogar no tiene cable? ¡Netflix está al alcance de la mano para todo aquel que puede conseguir eso! Y si a eso le sumamos YouTube donde vemos nuestro contenido que queremos cuando, donde y como lo queremos, ya la TV abierta pasa a ser una última opción.
Para informarse ya no esperamos que venga un periodista a hablarnos de un “dantesco incidente” cuando han surgido otros canales para saber del país y del mundo que nos rodea y sobre lo bueno, lo malo y lo feo de los mismos. Tanto en el cable, con las notables editoriales con sentido y razón de Mónica Rincón y Daniel Matamala en CNN Chile, como en internet, donde han surgido iniciativas como El Desconcierto, Diario Clever y Ciper.
Claramente nuestros canales no vieron venir y se quedaron en lo mismo, con las consecuencias que todo eso conllevó y que sabemos y conocemos todos: La televisión abierta pierde dinero, se dan competencia con un avisaje cada vez más reducido y donde pareciera que los jovenes son caso perdido. Pero no, hay canales que no se han rendido y otros que, desde sus nichos, han apelado a captar a los que la TV chilena abandonó. ¿Quién se imaginaría ver un programa sobre videojuegos en un canal deportivo?
Por eso, más que en una fase terminal, diría que la TV en Chile está en una etapa de decisiones, donde es vital definirse si van a seguir con ese modelo peligroso de “exprimir lo exitoso a todo lo que da hasta que la gallina se canse de dar huevos de oro” o derechamente van a reinventarse sinergiandose con el cable o con el internet.
Yo soy tevito desde 1995, un año y una década importante para la televisión en nuestro país: Murió “Martes 13” y nació “Viva el lunes”, TVN estaba surgiendo y ganando notoriedad mientras el “modelo eleodoriano” de UCTV daba signos de avejentamiento y los privados apelaban a diversos nichos y contenidos. Sin embargo, pese a todos los “peros” que se le tienen a la tele durante los 90s, aún primaba el sentido común. Las novelas y los noticieros duraban lo que siempre debieron durar, nada de alargues innecesarios, nada de “nanocapítulos” ni de notas acerca del completo más rico de Estación Central acompañado de una canción de cumbia urbana. Las personalidades que veíamos en la tele, de acá y de allá y de todas partes, destacaban por su trabajo y eran verdaderos ejemplos a seguir para niños, jovenes y adultos.
Sin embargo, ¿qué pasó? Un grupo de productores que loleaban viendo televisión argentina quisieron adaptar ese mundo turbio en Chile, y si bien dio éxito durante tantos años, se abusó tanto de ese modelo televisivo de televisar peleas conyugales, peleas por dinero, peleas por quién se comió a tal, con insultos, agravios y demás que lo que ayer entretenía, finalmente terminó siendo cansino, monótono y repetitivo. Y más aún cuando toda la televisión en Chile giraba en torno a esos contenidos, como si no hubiese otra forma de sostener el negocio.
Yo en lo personal en LTSC fui ferreo opositor a esos contenidos y a su presencia exagerada en los medios e incluso en nuestras vidas. Y esa oposición, que más que tevita era moral, era comprendida por algunos, pero otros nunca lograron cuajar en eso y me odiaron. Y tal vez tienen razón porque el fondo puede ser bueno: Que la danza de millones que se invertía en farandulandia se usara mejor, y que nuestra pequeña pantalla se pare de igual a igual con otros titanes de la industria, porque se tenía el potencial y la gente para lograr esa misión. El problema es que a veces fallaba en la forma, y perdí muchos amigos por mis ideas, un tanto alocadas y mal llamadas “inviables”, pero que tenían todo el asidero del mundo: Todo lo que habia en entonces pudo ser mejor.
Si al final, eso era por lo que tanto luchaba desde mi trinchera: No era ver a los artistas y cantantes que me gustaban a mi creyendo que lo que me gustaba a mi le tenía que gustar a toda la gente. Sino que asi como le pagaban una millonada a personas que no reunían las condiciones necesarias para ser “role models” o ser referentes de las comunicaciones o el medio artístico, que ese mismo dinero y ese mismo espacio se la den equitativamente a los que sí tenían dedos para el piano, a los que se autogestionan sus creaciones, a los que tienen que recurrir a los fondos estatales para ver materializadas sus obras, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva.
Pero una lastima que algunas personas no se hayan dado cuenta, no lo hayan comprendido y se hayan quedado con lo monotemático y repetitivo que yo pude ser, y reconozco que pude latear tanto con algunas artistas. Pero el fin era ese: Dar a conocer sus trabajos porque la TV chilena no pagaba millonadas para traerlas aún constituyendo buenos ejemplos y positivos valores para sus seguidores, pero si para dar a conocer peleas que no deberían importarnos. Y reconozco también que pude ser paranoico al ver al “gobierno de los mejores” promocionando esos contenidos, como si fuese el fujimorismo o el menemismo.
Pero los tiempos cambian y la gente puede madurar. Y creo que la gente puede aprender. Gracias al feminismo y la lucha de miles de mujeres, la gente se dio cuenta que burlarse por ejemplo de Vale Roth por cambiar de pololo como una chica cambiaba de ropa o de Luli por usar su falsa ignorancia para ganar dinero, era hacerle el juego a esa heteronorma que habia detras de esos contenidos. Y asumo que muchas veces, por darmelas de justiciero del talento, caí en eso.
La gente hoy tiene mucho ojo crítico, que llega junto con el criterio formado. Hoy no toleramos cuando algún matinal habla de los temas de actualidad como la violencia a la mujer o la lucha de los estudiantes sin la seriedad y el respeto que ambos temas ameritan. Hoy no gastamos tiempo en ver a un reality donde la única gracia es ver a una mujer insultando a otra mujer con el beneplácito de ese canal, si en Netflix o el cable podemos ver cosas mucho mejores. ¿Y el problema? Es que tenemos que pagar por esos contenidos, que además, no están hechos con el talento nacional ni con nuestra gente.
Hoy, por mucho que quienes forman parte de lo que queda de ella lo nieguen, la farándula está fuera de circulación. Los programas “emblema” hacen cualquier cosa para justificar que los canales les den temporadas y más temporadas, con contenidos que llegan a un patetismo tirando a paroxismo que ya no tiene espacio en la tele. Y quienes se ganaban la vida peleando hoy están en un lugar mejor: Olvidados. Y bien olvidados.
Por eso, y porque la TV chilena entra en un proceso de definición de lineamientos y para que nuestra tele vuelva a ser tele, es que TVenSerio nace para responder a la necesidad de ojo crítico de lo que muestra la TV chilena. Hacer periodismo de industria desde el punto de vista de aquellos que los ejecutivos ven como números o gente tonta e ignorante. No queremos caer en los vicios de otros medios, tampoco que nos encasillen como “arribistas intelectuales”, termino del cual los defensores de la farándula abusaban para justificar su privilegio. Queremos ser vigilantes en lo malo, pero también destacar cuando se hacen las cosas bien y cuando se muestra a la gente que si merece tener pantalla.
Creemos en la diversidad de opiniones y en la libertad de expresión, pero no en el insulto, en el agravio y en el daño gratuito como una forma de intentar decir “la verdad”, por eso acá queremos tener a todas las tendencias. Gente que se ha sumado, otros que van a sumarse en un futuro, que tal vez no escuchen la misma música que yo o vea los mismos programas que yo, pero que nos une ese sentimiento de que la televisión chilena debe ser más que solo una “caja boba”. Por eso, tener un sitio sobre tele con harta gente y que tenga el apellido del dueño era contraproducente.
Y la necesidad de comunicar bien, ser críticos, ser honestos, atrevidos, vigilantes y serios, pero sin perder el sentido del humor. “Los graves están en retirada” dice Radio El Conquistador, y queremos ser más positivos que negativos, más constructivos que destructivos, más críticos que burlones. Irreverentes, pero correctos y ordenados. Ser honesto y franco no significa faltar el respeto e insultar gratuitamente y sin pruebas. Queremos hablar con indices, antecedentes en mano y conocimiento de causa, efecto e historia.
Por lo mismo, el machismo, la misoginia, la homofobia, el racismo y el clasismo no tendrán ningún parrafo en TVenSerio. Todas esas cosas no son “una humilde opinión” ni una frase “#corta”. Es y seguirá siendo un insulto grave, que a un canal de televisión puede costarle hasta la concesión en un caso grave. Y eso va tanto para quienes escriben como para quienes acá comentan.
No vamos a cubrir escándalos farandulitos ni mucho menos promocionaremos el acoso selectivo a personalidades públicas, cosas de las cuales abusaban los privilegiados de la tele. Lo que si vamos a hacer es hablar de todo, del éxito y del fracaso, del programa de calidad como del programa más basura de todos, de los artistas que vienen a la tele tanto como de aquellas viejas glorias de la televisión chatarra que buscan volver a su sitial de privilegio inmerecido, sin éxito. Eso si, le vamos a bajar un cambio al “tiramierdismo” y seremos más positivos, el negativismo es un mal que debemos erradicar si o si de nuestros genes.
Lo que es bueno se destaca y lo que es malo se critica. Esté en el canal que esté.
Nuestro leit motiv es y seguirá siendo la credibilidad, la seriedad y el profesionalismo. No da lo mismo ver un reportaje sobre la corrupción de la política o a una artista dandolo todo en el escenario, que ver a dos mujeres peleandose por tonteras con pretensiones machistas y segregadoras detrás.
Vamos a hablar de televisión, y en serio. ¿Nos acompaña, como ha venido acompañandonos durante 11 años en nuestro hogar anterior? No pretendemos ser relevantes, pero de que daremos que hablar, lo daremos. Y si usted toma nuestro discurso de una televisión mejor, bienvenido. Lo vamos a pasar muy bien y lo haremos divertir, reir pero por sobre todo, pensar.