Lo que el caso de Harvey Weinstein trajo consigo fue una seguidilla de destapes de casos de abuso de poder y acoso sexual ocurridos dentro de la industria del entretenimiento, además de un empoderamiento femenino reflejado en el movimiento del #MeToo. Como no podía ser de otra manera, esto llegó a Chile, cobrando como primeras víctimas al productor de telenovelas Herval Abreu y al director y cineasta Nicolás López.
Como coletazos, también pudimos ver los aberrantes fetiches del escritor Jorge Baradit con las violaciones y las cosas con la temática “gore”, mientras que el escritor Felipe Ortega también fue salpicado con una columna en la que trataba horrible a actrices como Leonor Varela y Adela Secall.
¿Cuántos más van a caer? ¿Don Francisco saldrá salpicado? Sin duda, lo que ocurrió con Weinstein y lo que está pasando en Chile es el inicio de una caja de pandora en la que vamos a saber secretos muy negros del entretenimiento televisivo. Si el hombre de los Sábados Gigantes cae, habrá que asumirlo con el profesionalismo que se merece y habrá que repudiar sus actitudes, como lo hemos hecho siempre. Por otro lado, yo no apuntaría al creador de la Teletón sino que más bien a quienes durante cerca de 15 años fueron y formaron parte de una sociedad machista y heteronormada.
Cierto, el machismo existe desde tiempos inmemoriales, pero quienes institucionalizaron mediáticamente las constantes faltas de respeto a las mujeres mediante diversas formas (como por ejemplo hacerlas pelear por dinero, juzgarlas por su líbido sexual, presentarlas como personas tontas y poco pensantes) hoy son los que llevan el estandarte de la moral y lo correcto. Resulta patético y hasta inverosímil que Julio César Rodríguez esté juzgando con todo a López siendo que él vivía mirándole los escotes indiscrecionalmente a las famosas en las Galas de Viña.
Y no solo hablamos de ese género que cada vez más está quedando atrás. Hablamos también de quienes crearon programas “juveniles” que se basaban en bailes, en mujeres de cuerpo exhuberante y donde se les iban dos horas en amores y peleas entre el elenco. Si Jaime Román, productor de “Rojo”, cayó hace un par de años… ¿Por qué no cae Alex Hernández que mucho tiene que decir si se trata de “cosificación a la mujer”?.
En síntesis (como diría Santo Biasatti), quienes crearon televisión basura durante la década de los dosmiles hasta entrados los dosmildieces tienen mucho que declarar y hacerse cargo de lo que ellos definieron “entretención con orgullo y sin culpa”. Los que se dedican a rasgar vestiduras con la caida de otros tienen un tejado de vidrio que hace que el drama del acoso sexual y el abuso de poder contra las mujeres se convierta en una oportunidad de lujo para buitrear mientras puedan.
Porque seamos claros: Lo que queda de la farándula chilena jamás se va a hacer cargo de lo que ellos institucionalizaron televisivamente hablando. Nunca van a asumir las consecuencias de crear una televisión alejada de los estándares éticos, con una producción fastuosa para tan poco y nada de contenido.
¿Y por qué digo esto? Hace poco Valentina Roth fue brutalmente golpeada por otras mujeres, quienes le recordaron su pasado farandulero. A esto me refiero con la “calidad” de los televidentes del género, y lo peor que son las mismas mujeres que, con esto, avalan el machismo al que fue sometida la bailarina, al ser víctima de ese “Bullying televisivo” por cambiar constantemente de pareja. Un machismo que, para que ellos puedan hablar sin remordimiento, lo primero que tienen que hacer es reconocer de partida que lo que crearon no era bueno en ningún sentido.
El problema del acoso sexual es muy serio para que este se “farandulice”, y más aún si el productor del programa ha incurrido en las mismas faltas a las que manda a sus panelistas a criticar como si fuesen el Olimpo tevito. Ya sin la agresividad, sería bueno un Mea Culpa por parte de ellos por todo el daño moral que han creado en la sociedad chilena.
Y por cierto, ¿cuánta responsabilidad tendrán también los últimos realities de Mega? La violencia desmedida y los constantes casos de bullying dentro del último encierro auyentaron a los avisadores. ¿Pasará lo mismo con “Reyes y Peones”?