Trascendió en ciertos medios que Nicole “Luli” Moreno estaba en conversaciones para participar en el nuevo reality de Mega llamado “Reyes y peones”, el cual verá la luz en el próximo verano. De prosperar, el canal de Bethia nuevamente está pasando a llevar la ética por unos cuantos puntos de rating.
Les explico: Desde que la farándula llegó para hacer y deshacer a su antojo nuestra televisión, se aprovecharon como quisieron de la señorita en cuestión, usándola como un personaje maquetado. Luego, vendieron que se hacía “la tonta” para constituir una fortuna que luego invirtió en el mercado inmobiliario.
En consecuencia, la sobreexposición a la que metieron a esta mujer en cuestión fue deplorable hasta decir basta, que acabó con un trastorno mental en el intertanto, del cual todavía hoy no se repone.
No es un secreto que Luli es el mejor ejemplo de lo que es capaz para sostenerse la llamada “farándula dura”, esa que es tan misógina que es capaz de usar a las mujeres cual animal en un circo. Lamentablemente ella cayó en ese juego haciendo el papel de la rubia tonta bajo pretensiones machistas (vender que la mujer es tonta per sé), y si bien lo usó a su favor en un principio, todo se le vino en contra y le dañó la siquis.
Ahora viene esta noticia de la maldad en el alma made in Ignacio Corvalán. Y todos sabemos los peligrosos y exitosos ingredientes de sus encierros televisados: Violencia física y verbal, discriminación, bullying, misoginia y proliferación de personajes malos. No por nada el CNTV recibió más de 300 sanciones en contra del pasado reality “Doble tentación”.
¿Se debe usar a una persona que está mal sicológicamente para ser la garantía de una buena sintonía? Pensemos en lo siguiente: Si bien “Doble tentación” tuvo un excelente rating, las marcas más reconocidas se rehusaban a avisar en ese espacio debido a la cantidad de violencia in extremis que no solo fue ignorada por Mega, sino que fue vendida como un elemento de éxito para la estación. No se me olvidan las palabras de Patricio Hernández bajandole el perfil a estas acusaciones.
Al final, la culpa no es de la misma Luli que se insertó en este mundo basura con todas las consecuencias que eso conllevó, sino que de los mismos ejecutivos que en su momento llegaron a defender a la farándula aduciendo a que era lo que quería ver la gente. A esto llamamos “farandulismo”: Usar antivalores como la mentira, la hipocresía, la violencia, la falsedad y la ignorancia como elementos para subir la audiencia y tener números azules en las finanzas cada fin de año. Ese pensamiento ombliguista y narcisista por excelencia que hizo que la industria televisiva llegase al despeñadero y que, lógicamente, trajo la crisis en la industria.
Nunca se dieron cuenta (o si lo hicieron, pero en virtud del “bussiness are bussiness” literalmente se hicieron los boludos) de que estaban jugando con fuego, metiéndose en un terreno muy peligroso como lo es la salud mental y la misoginia tevita del que tanto hicieron gala por más de 15 años de existencia. Bien dijo Mirtha Legrand a principios de los 90s que “por un punto de rating se mata a la madre” y en Mega parece que es su segundo lema. Con tal de tener buena sintonía son capaces de olvidarse del factor humano de quienes trabajan con ellos o son parte de sus programas, y temo que la posible presencia de Nicole Moreno dentro de “Reyes y peones” termine con algo muy grave que tengamos que lamentar. Ojalá me equivoque.