¿Qué es lo que motiva a hacer del insulto directo e irrespetuoso una forma válida de obtener dinero a manos llenas, números azules en las finanzas a fin de año y la aceptación pública? Si lo miramos en otro sentido, la jugada es rentable y peligrosa, pero ya quedó demostrado que todo esto es, fue y será “pan para hoy y hambre para mañana”.
Yo que viví la colita de los 90s con uso de razón puedo dar fe de que en esa década quienes destacaban en los medios y principalmente en la tele eran personas que cantaban, bailaban, actuaban, tenían talento, decían la verdad y nunca andaban en malos pasos. Si había un conflicto, se trataba de solucionar de la mejor forma y llegando a un mutuo acuerdo entre las partes y no había ese trato enemistoso de que “tú eres una basura de persona y lo serás siempre”. Menos se decía a través del tubo de rayos catódicos.
Todo cambió en 2001… ¿O en 2002? Vaya a saber uno cuando fue exactamente pero la “televisión heavy”, en donde todo valía para ser una persona o un personaje maqueteado y con un productor turbio moviéndote los hilos, incluso insultar gratuitamente a personas que no conoces. Y llegaron los realities, los opinólogos, los guaguitos, los patos lagunas y tanto personaje sin talento ni aptitudes.
Centrar la televisión solo en esos personajes no te asegura la estabilidad financiera si no logras una absoluta convivencia con personas mucho más capacitadas y virtuosas en igualdad de condiciones. Ni menos cuando aquellos que tienen los papeles limpios y las #ManosLimpias optaron simplemente por automarginarse de la tele porque a esa fiesta que montaron ejecutivos, productores y directores varios no estaban invitados.
¿O usted se imagina si en la TV gringa del 2006 centraran sus programas de entretenimiento solo en figuras de discutible calidad como Paris Hilton? Bueno, eso están haciendo en este minuto con Kenita Larrain. ¿O si la misma industria televisiva norteamericana, que sabe de plata dulce pero también sabe que las utilidades no implican poner en riesgo la reputación de una televisora, girara en torno a la familia Kardashian? Porque acá lo veo todos los días con los Calderón-Argandoña. Y en ambos casos reina el insulto concebido como entretenimiento válido.
Nadie dice que gente como Kenita o los Calderón-Argandoña no deben salir en televisión o deberían estar vetados o callados. Pero si que asi como les dan un programa completo para hablar de lo que se les canta, que ese mismo programa completo se lo den a gente que puede aportar más y que cuenta con una fanaticada que los sigue porque les inculca valores positivos como el amor, el respeto, la fraternidad y la sororidad y sin necesidad de insultar hasta al camarógrafo. Si se pensara de esa forma, quizá la TV chilena sería un poquito mejor y el villano, o los villanos de esta película, no se saldrían con la suya.