El gobierno Piñera está pensando en un modelo de financiamiento para TVN similar al que cuenta hoy Radiotelevisión Española. Modelo al que esta semana adhirió desde Canal 13, su director ejecutivo Javier Urrutia. Pero, ¿De qué se trata este modelo que tiene tantos adeptos como detractores?
Viajemos hasta 2004. Asumia José Luis Rodríguez Zapatero y con él llegaba la intención de cambiar por completo el financiamiento de RTVE, asi como también la forma en que se escogía al director ejecutivo. Para empezar, ya no iba a ser elegido “dedocráticamente” sino que mediante un concurso público. Tiempo después se anunció un nuevo modelo de financiamiento para el canal estatal ibérico: Renunciar a la pauta publicitaria y recibir dinero desde las estaciones privadas y las empresas de telecomunicaciones. Dicho esquema empezó a entrar en vigencia ni bien terminaron las doce campanadas del año nuevo 2010 cuando desapareció por completo la publicidad y fue reemplazada por autopromocionales y avisos de bien público.
Mientras se promulgaba la ley, RTVE sabía de buenas audiencias y de una excelente reputación. A tal punto que el “Telediario” fue escogido como el noticiero más creíble del mundo. Pero en 2011 llega Mariano Rajoy al Palacio de la Moncloa y volvieron las designaciones a dedo. No solo eso, se escogió gente ligada al Partido Popular para dirigir el canal y para crear incluso una redacción paralela, sin el beneplácito de los periodistas. Luego llegó el movimiento de los lazos negros y naranjos en defensa de una imparcialidad en los servicios de comunicación públicos.
Porque tanto la derecha como los gobiernos más nefastos de la izquierda no han entendido que un canal público no es del partido político gobernante, sino que de todos. La TV privada puede tener la línea editorial que se le cante, pero la pública tiene que servir a todos sin importar su color político, credo religioso u orientación sexual. En la televisión pública se crean contenidos de excelente nivel que pueden salir al mundo, tanto en ficción como en entretenimiento, información y contenido cultural (como olvidar “Chile, tierra de contrastes” que coprodujo TVN junto con Discovery y TVNZ de Nueva Zelanda en la primera mitad de 1997), mientras la TV privada muchas veces da vergonha ajena.
Como sea, TVN vive una época de definiciones y se mira a España para un nuevo esquema de financiamiento. Bueno, no es primera vez ni será la última en que tomamos ideas de la TV ibérica, sea para bien o para mal.