¿Se imaginan si la televisión de Estados Unidos girara en torno a alguien de la familia Kardashian o a Paris Hilton o a cualquier chica reality? ¿O si en Brasil la farandulita de turno fuese la ama y señora con sus temas que no son tema? Amigos, eso pasa y sigue pasando acá con Nicole Moreno, “Luli” para los amigos y conocidos.
“Luli” se convirtió en la niña símbolo de la farándula, la telebasura y de los “valores” que se tomaron la televisión chilena en el último tiempo: La de no cantar, no bailar, no actuar, no tener aptitud alguna para salir en los medios y aún asi aparecer en ellos, peleando, insultando, hablando cantadito y haciendo un personaje bufonesco que le vino de perillas a nuestra pequeña pantalla. La indignación que debió sentir ese cantante que tiene que sostenerse cantando en bares o el actor que hace obras de teatro en plena calle debe ser tremenda, y con justa razón: ¿Para qué uno se sacrifica por ser alguien en la vida con buenas armas si lo que la lleva es ser una persona agresiva y jugar el papel de tonta con una clara ambición monetaria de por medio?
Digamos que Moreno progresó, y lo hizo de la forma más neoliberal y antiética posible. Esa que no conoce de respeto ni mucho menos de valor ni sentido humano. La televisión chilena, esa misma que le financiaba todos los escándalos y que hoy la defiende con codo y espada luego de lo que le pasó a su hijo -que además vino de perillas para intentar que la gente deje de hablar de Catrillanca o la cadena de errores del Ministro Chadwick- debería empezar a hacer su mea culpa. Primero, por ser cómplice de difundir sus escándalos bajo pretexto de tener números azules en los balances comerciales, y segundo, por sacrificar prestigio y reputación para hablar constantemente de ella y no de lo que realmente importa, además de lo que siempre hemos criticado acá: La marginación, exilio y desaparición total del talento.
No celebro para nada lo que le pasó a Nicole Moreno. Ni mucho menos pido las penas del infierno para su hijo. Lo que si pediré es que la televisión chilena tenga un poco de moderación a la hora de hacer famosa a cualquier gente sin fijarse en las cualidades valóricas o destrezas artísticas de una persona. Ya el universo de Farandulandia está poblado de personajes sin alma, miserables, drogos, farreros, borrachos y sin ningún nivel intelectual o artístico que solo los vimos en pantalla peleando, peleando y también peleando. Esa misma gente que hizo que el televidente chileno perdiera su excelencia, su interés en las artes musicales y escénicas, y lo que es peor aún: Sus valores y su libertad de pensamiento. ¿Habrá control de daños siquiera? ¿Habrá por último un “mea culpa” o van a esconder todo tras la alfombra?