Un extraño fenómeno apareció después del fracaso de Jani Dueñas en Viña 2019, y es que un cierto sector de la llamada “izquierda millennial”, esa que reitera varias veces que somos un “país de mierda” y que Chile no tiene nada positivo, sacó a relucir sus garras morales contra la gente que encabezó las pifias contra la comediante en la Quinta Vergara.
En los años que llevo en Twitter he visto tanta tontera junta que no debería sorprenderme, sin embargo, los comentarios que hablan de un “bajo nivel intelectual” del público viñamarino, incluso culpando a Marc Anthony y a David Bisbal (!), me llegaron a dar tanto asco como los comentarios del sector político al cual se enfrentan que vincularon su “flop” con el feminismo, cosa que no tiene nada que ver.
Y es que el clasismo moral está en boca de todos, lamentablemente. Ya el domingo un sujeto de nombre Carlos Müller trataba de lo peor a los oyentes del reggaetón mientras cantaba Wisin & Yandel, en concordancia con muchos metaleros que reaccionaban indignados por ver un estilo musical considerado como “flaite”. Bueno, son los mismos que en otros arranques clasistas, consideran al pop como “una música para niños malcriados ABC1”.
Ese clasismo moral no hará que el público le pida una disculpa a Dueñas ni mucho menos compensará el fracaso. Al contrario, hace ver a la “izquierda millennial” como seres inmaduros que denostan a quienes dicen representar, proteger y cuidar sus derechos. Queda demostrado que ellos en realidad no trabajan para mejorar el país sino que conviven con los problemas sin ofrecer solución alguna, y esperamos nosotros estar lo más alejados de ese estilo de hablar de los problemas de la gente, que nunca ha aportado y nada aportará.
Con el respeto que merecen, algunos análisis se pasaron tantos pueblos que ya van a la altura de Guayaquil.