El día viernes en “CHV Noticias” salió una cuña en la que le preguntan a una persona, evidentemente perteneciente a los estratos más altos, si conoce a algunos de los artistas del cartel de este año. Su respuesta fue un “NO” que no solo es rotundo, sino que preocupante.
En redes sociales esto, como no podía ser de otra manera, se lo toman a la chacota y como una razón más para burlarse de los cuicos. Los comprendo, sin embargo, esto es otra consecuencia de la ausencia de shows musicales de alto nivel en la TV abierta chilena, asi como también de años donde los cantantes y grupos musicales sencillamente brillaron por su ausencia. Ni siquiera conciertos de gran envergadura fueron mencionados ni en los noticieros.
Usted de seguro dirá “nadie está obligado a escuchar música”, sin embargo, el todopoderoso Eleodoro Rodríguez Matte defendió la presencia de las armonías y notas tanto como nosotros lo hacemos en este sitio, porque él siempre lo vio como una forma más de transmitir cultura. Y lo bueno es que no le importaba si lo que se emitía en el horario prime era una obra del Teatro Municipal (como las que se acostumbraba a pasar en sus años mozos en el viejo UCTV) o artistas más populares como un Alejandro de Rosas en los Sábados Gigantes, o una Samantha Fox o Laura Branigan en el Una vez más, o una Bonnie Tyler, Sabrina o A-ha en un Martes 13. Él no era de prejuicios ni de encasillar a uno o varios estilos en esterepotipos: Todo contaba a la hora de difundir música.
En la TV norteamericana las últimas novedades musicales son tan importantes que los matinales gringos recomiendan varias canciones de las playlists de Spotify. En la TV europea, sobre todo de la zona oriente tanto como en Suecia y Alemania, el rock más pesado -y sus enemil festivales del rubro- convive en total y perfecta armonía con las Zara Larsson, las Cheryl Cole y las Little Mix. En el Asia Pacífico, hablamos tanto de Japón como de Australia, crean año a año programas de talento y llevan a los más grandes siempre a sus estudios (bueno, también ayuda bastante las millonarias ganancias de la música asiática).
Una televisión interiorizada e interesada en las artes musicales es una televisión que abre sus puertas a un excelente nivel. El canal público desde que “Rojo” está al aire lo tomó como un reto que le ha dado buenísimos resultados: No solo fabrican sus propios ídolos, sino que también traen a los de afuera y de adentro cada tarde. Una diferencia tremenda si tomamos en cuenta además que hace no mucho le dieron cuerda a una farandulita que se tiró a cantante y, para más remate, tuvieron el “toupé” de llamarla como “hit del momento”. La TV privada como que quiere sumarse, de hecho, veo a “Viva la Pipol” mandándose una que otra exclusividad. Hay que sumarse con más entusiasmo diría yo, no hay que titubear ni un milímetro. Hay que agarrar la radio, ver las listas de las plataformas digitales del rubro y llenar la tele de cantantes. Poperas, rockeros, cumbieros, doctos, trovadores, todos tienen que caber, con esa diversidad tan linda y que es característica de Lollapalooza y que también lo era de los estelares de Gonzalo Bertrán en los 90s, para que de esta forma, ese compadre de la cuña no esté tan perdido si vuelve el otro año al Parque O’Higgins y sepa con lujo de detalle quien es Rosalía.