Al final ANATEL lo consiguió: El apagón analógico inicialmente previsto para 2020 terminó aplazándose hacia 2024. La militante es que los canales nacionales si o si tienen que migrar a digital, de lo contrario, arriesgan perder sus concesiones. Seremos de los últimos en tener una TV 100% digitalizada, distantemente de lo que sucede en USA, México, Europa y el Asia Pacífico.
Esto es un fracaso mayúsculo a nivel de industria televisiva. En 1957 el país tenía otras prioridades y además era pobre, por lo que en ese sentido se entiende que hayamos sido uno de los últimos paises en contar con el servicio televisivo -que a la sazón era satanizado por los mandatarios de aquel entonces quienes delegaron su rol a las universidades-. Pero ahora no: Se supone que Chile ha avanzado, tenemos elevados índices per cápita, el país avanza y progresa aunque a paso lento. ¿Qué pasó entonces? La respuesta es simple: Un modelo de negocios errático.
Y no solo pasa por la predilección de los ejecutivos televisivos de preferir contenidos ligados al “infotainment” o a la “telebasura” sino que también a algo más profundo que la presencia de gente indeseable en nuestra pequeña pantalla: Se perdió una oportunidad de lujo de crear más y mejor contenido, tener una industria a la altura de los gigantes del mundo, incluir a los Pueblos Originarios y a las tendencias sexuales, de enfrentar mejor los problemas país y no ocultarlos tras la alfombra -que eso pasó con la proliferación de tongos a inicios de esta década-, de dar cabida a miles de tendencias musicales… Todo para fomentar el narcisimo y el ombliguismo de ejecutivos y de estrellas fabricadas en los suburbios y que construyeron carreras a punta de escándalos baratos. ¿Quién quiere una televisión asi?
La TV digital llegará tardísimo a Chile, y esto pasa porque los ejecutivos que pasaron en este periodo no estuvieron a la altura de los requerimientos de la industria y del país. Jamás vieron que la tele está cambiando y no fomentaron este sistema, ni mucho menos impulsaron iniciativas para desplegar su red. De hecho, la plata se fue en “contenidos” que jamás aportaron ni aportarán. Lo peor es que advertimos que esto iba a ocurrir pero hicieron caso omiso, y acá están las consecuencias: Perdidas millonarias y canales complicadísimos para cumplir los plazos.
En consecuencia, esto es un fracaso a nivel industria. Jamás hubo políticas serias para impulsar la TDT en regiones, ni del CNTV ni de los canales nacionales. Supimos que solo Arcatel se puso las pilas en todo este rato y con presupuestos limitados, y los canales nacionales que supuestamente viven en una “danza de millones” sencillamente no la vieron venir. Es el fracaso del modelo televisivo chileno en su máxima expresión, y lo peor es que no sabemos hacia donde se inclinará el panorama. Los coreanos seguirán inventando más y más tecnologías, los europeos seguirán invitando a los más grandes de la canción a sus programas y valorarán el talento de ellos, los estadounidenses fabricarán más series de altura y nosotros seguiremos estancados en el siglo pasado.