Tres situaciones me han hecho motivar a escribir esta columna. Un tuit de Victor Adams comparando las teleseries actuales con Romané, el fin de la relación contractual de Francisco Reyes con la estación pública y los grandes fenómenos de sintonía.
Sin dudas que las teleseries vespertinas de Televisión Nacional desde finales de los noventa y la primera mitad de los 2000’s son parte fundamental de la cultura popular de los chilenos. No solo fueron hitos de sintonía, fueron más allá que ser meras ficciones de alta sintonía, sino que unieron al país en torno a la identidad nacional en común, y tímidamente hicieron entrar en debate diversos temas que eran difíciles de hablar en un país tan conservador como el nuestro.
Si bien las telenovelas vespertinas de TVN habían dominado desde mediados de los noventa, no es hasta 1998 cuando estas producciones se tornan ambiciosas en todo sentido: grandes locaciones, historias interesantes, una alta facturación técnica y humana. Integradas al proyecto de Televisión Pública fijada por los gobiernos de la Concertación, las telenovelas se transformaron en un ambicioso motor de promoción de integración de la realidad de las regiones en Chile, un acicate al turismo nacional y un instrumento que servía a los propios connacionales de conocer de una manera didáctica los paisajes de nuestro país, más allá de los textos de estudio, las teleseries de primer semestre, las de la temporada caliente (dirigidas por Vicente Sabatini) eran más ambiciosas en localización y presupuesto, lo que no significaba que las telenovelas de segundo semestre (encabezadas por María Eugenia Rencoret) no abandonasen la temática de conocimiento de las realidades nacionales, tal ejemplo pueden interpretarse fácilmente con Amores de Mercado que a la postre fue la ficción más exitosa de la era del People Meter.
Pero no solo era un factor de integración nacional lo que incluía estas producciones, sino una apertura de mentalidad que difícilmente otro tipo de programas habría hecho, aprovechar la absoluta transversalidad de estas ficciones para agregar un mensaje más allá de las situaciones dramáticas. La desigualdad de género en Pampa Ilusión, el SIDA y el Alzheimer en El Circo de las Montini, y la desigualdad de ingresos y la homosexualidad en Puertas Adentro fueron pequeños factores de cambio de un país que si bien había recuperado la Democracia hacia una década no ponía de frente las temáticas valoricas y que demostraban a un país que si bien le iba bien en la economía, no afrontaba temáticas que otros países ya habían resuelto décadas atrás.
Las ficciones de TVN declinan no solo cuando Machos destrona el monoplio de la señal pública, sino es un propio triunfo de los creativos de Televisión Nacional al motivar al canal rival a tocar temáticas y realidades que Canal 13, debido a sus políticas editoriales no podían exponerlas libres de atavíos y prejuicios. El aprendiz le ganó al maestro. También el decline se analiza con una mayor liberación de la sociedad expresada en los nuevos contenidos expuestos en la televisión (la era de los reallities, el surgimiento de la farándula, las investigaciones periodísticas más ambiciosas y rigurosas) ya no era necesario alegorías expresadas de manera encubierta a través de una telenovela, sino que el país daba sus pasos de maduración, enhorabuena.
Chile aun recuerda con cariño y añoranza estas historias, no solo por lo potente de sus tramas y personajes, sino porque permitió vernos en un espejo las realidades y anhelos de un país que buscaba que la televisión no solo fuese el reino de la fantasía, sino que un nexo con las verdades que no siempre se cuentan y que solo la ficción puede interpretar.
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Hugo Cares
La televisión me gusta por rebote, me interesa conectar la importancia de la televisión como un medio masivo y sus nexos al poder.