Gran parte de los que seguimos este medio rinde homenaje a la televisión del pasado, y es imposible desligarnos de ese pasado no solo porque para nuestra generación la televisión era el medio más potente sino porque realmente nos sentíamos integrados a un medio que integraba a todos los grupos etareos, sociales, económicos, etc. Por último, nos gusta la televisión clásica chilena porque fue realizada con talento, visión y pasión por entregarnos un buen servicio a la gente.
Como es sabido, la televisión chilena no surgió por iniciativa de ricos empresarios ni de un Estado poderoso, sino de la acción de las Universidades lo que motivó a que profesionales de primer nivel, sean estos ingenieros, actores, dramaturgos y periodistas los que dieron impulso al medio, estos lo hicieron con grandes sacrificios, sin grandes presupuestos ni menos con aires de grandeza, solo pretendían realizar un nuevo medio de comunicación social cercano a Chile, a su gente y a sus necesidades. Pronto la televisión fue favorecida por el impulso estatal y la financiación de privados, junto con ello la masificación territorial surgido desde la creación de Televisión Nacional, esto generó la formación de grandes grupos humanos, tanto en el aspecto técnico y visible que hizo a la televisión chilena encumbrarse en los niveles de trascendencia que alcanzó, siendo indispensable para la vida diaria de los compatriotas y generando ella misma instancias de unidad nacional imposibles de generar en un país con grandes tensiones políticas y sociales tanto temporales como permanentes.
La televisión chilena era un orgullo para los chilenos.
Y somos infelizmente esclavos de ese tributo.
El gran problema hoy, es que debido a la creación de nuevos y más potentes medios de comunicación social ya la televisión no volverá a ser la vía que hegemonizaba la vida de nuestros compatriotas, a pesar de nuestros lamentos, de nuestros deseos y anhelos fundados en la labor de la gente de medios del pasado, las soluciones del ayer no son las que van a arreglar los problemas que afectan a nuestra televisión de hoy, y estos parten desde asuntos presupuestarios como de programación, ya no veremos a las estrellas rutilantes pasearse en los canales ni tampoco volveremos a ver grandes programas que verano a verano viajaban por Chile, pero si los ejecutivos de ahora pueden escuchar un eco del pasado: la televisión chilena comenzó pobre y precaria, y solo fue fuerte gracias a su gente, a sus equipos humanos, a los sonidistas, tramoyas, carpinteros y escenografos, a los camarografos, productores y directores, a sus rostros para finalizar la lista. Si hay algo que la nostalgia si puede ser fundamental es tratar de reconstruír la mística que fue para muchos jóvenes el tratar de hacer televisión de la nada para terminar siendo un medio digno y sobresaliente a pesar de los avatares de nuestro país, no piensen que la televisión es una empresa más, centrada en los balances trimestrales sino que su producto será visto por millones de personas que juzgarán la labor que previamente se ha construído y que será aceptado con la sintonía, valoremos a la gente que desee hacer televisión, que ama el arte de servir a la tele y dejemos de pensar en aquellos que solo se sirven de la televisión para generar una vida miserable en valores humanos, hay gente mucho más capaz que tiene ganas, imaginación y esfuerzo que serán un granito de arena para fortalecer el medio.
Tan esclavo de la nostalgia no soy, pero si ese pequeño pedazo del pasado sigue vivo, el ejemplo de los pioneros y de los que contruyeron televisión en el ayer, me quedaré conforme, porque habrá gente talentosa que hará lo humanamente posible para que nuestro medio de comunicación fundamental para nuestras vidas lo siga siendo para muchos millones más.