Ver televisión chilena a veces es una verdadera osadía.
Hay días en que uno se enorgullece de las visitas y temáticas que incorporan los programas y uno queda con la sensación de que la industria va por fin por el buen camino, pero esto acaba al día siguente cuando de manera sorpresiva aparecen las temáticas que tanto han proliferado por estos años y que llevaron al descenso de la calidad de nuestro medio en la última década.
Y es que nuestra televisión vive una verdadera confusión editorial. Los canales ofrecen ofertas diferentes en los horarios diferentes, como si fuesen tres canales distintos en una sola señal televisiva. En la mañana pueden ofrecer matinales llenos de teóricos conspiranoicos, dirigentes protofascistas y símbolos de la farándula que estan pagados para contar sus infidencias para pasar al horario nocturno y ver reportajes de alto nivel investigativo, secciones interesantes de historia y ciudad y temas que abren la discusión sobre la sustentabilidad de nuestro planeta.
Todo en uno.
Y es que la industria vive una crisis de incoherencia que afecta enormemente la capacidad de identificarse editorialmente de una señal, una cosa es que los canales puedan en espacios no informativos a temáticas menos rigurosos, pero otra cosa-desde mi punto de vista-es invitar a personalidades que ponen en entredicho las banderas que enarbolan las estaciones. El ejemplo claro es lo ocurrido en Canal 13, donde en el mes de Julio se puso enfasis a la campaña del Orgullo LGBT+ donde incluso hubieron mensajes que aludían a tales conmemoraciones, pero al mes siguente fueron invitados al matinal “Bienvenidos” nada más que los dirigentes del llamado Movimiento Social Patriota, una organización que impulsa la discriminación en varios frentes y que es complice pasivo de los ataques de género. Es sabido que en latitudes diferentes este tipo de apariciones en televisión están simplemente prohibidos, ya que su sola presencia genera un llamado al odio público.
Evidentemente los matinales se llevan gran parte de los dardos ya que estos programas muchas veces se esmeran en mejorar su calidad, se han realizado interesantes foros sobre asuntos políticos candentes (el debate del proyecto de ley de las 40 horas laborables por semana), discusiones sobre la crisis hídrica, el calentamiento global, arquitectura, historia, linguistica, etc. Pero son borrados por el codo con las historias de crimenes sangrientos, difusión de teorías conspirativas, y cahuines y pelambres varios. Uno no sabe que va a ver.
Es tiempo de que exista una mayor coordinación en todos los contenidos programáticos dentro de los canales, sin dudas que debe evidenciarse en toda su programación los principios editoriales sobre los cuales descansan las estaciones televisivas, mejor dicho, los canales hacer públicos y ser explícitos tales directrices.
No olvidemos que la televisión es un servicio público, de libre acceso y que tiene aun una enorme influencia en las consciencias del televidente, y que estos ultimos tengan preconfigurados el tipo de estación que estan sintonizando.