Falta poquitito para que la crisis en Chile cumpla un mes y ya se lograron acuerdos importantisimos: Plebiscitar la posibilidad de cambiar la Constitución y lograr una Convención Constituyente (o sea, una Asamblea Constituyente con otro nombre), muy a pesar de la cara de desazón de Ena Von Baer y Jacqueline Van Rysselberghe.
Sin embargo, en cuanto a televisión, la crisis se encargó también de matar ciertos mitos que algunos esgrimían acerca de ella.
La farándula sostiene a la industria
Durante este mes y fracción de crisis, la farándula chilena no ha aparecido. Es más, “Intrusos” ha tenido que cambiar drásticamente su linea editorial para enfocarse en las causas y efectos del estallido social.
O sea, “el género preponderante de la televisión chilena” definitivamente murió. Es más, varios representantes de la nefastez como Edmundo Varas han hecho sencillamente el loco con tweets fuera de si -incluso en inglés- diciendo que detrás de todo están los comunistas, mientras que otros que han expresado su apoyo a Piñera como Luli han brillado por su ausencia. Honestamente se agradece.
Porque obvio, la farándula es facha. ¿Qué es esa cosa tan marxista de ver series de Netflix y estelares gringos o europeos con gente tan “fome” creada en laboratorios musicales de Europa o de Estados Unidos y que además no hace escándalo alguno? Oh, qué fomedad, no como entretenerse sanamente viendo como dos personas se insultan entre si y hasta se mechonean en una cámara. Afortunadamente sin ellos, la TV chilena en cuanto a entretenimiento mejoró aunque sea un poco. Ojalá se prolongue por el resto de la década, porque ya fue mucho de la televisión del odio.
No es rentable los directos en la tarde
El “Mayo al Rojo” de TVN el año pasado comenzó poco a poco a enterrar este mito. Sin embargo lo que vivimos desde el 18 de octubre se puso definitivamente bajo tierra: Canal 13 probó y le atinó con “Chilenos que hablan” y perfila a Pancho Saavedra y Cristina Gonzalez como una posible pareja de un “tardinal”. El canal de Luksic siguió experimentando y lo último que sacó fue “T13 PM”, que nos recuerda a la “Edición Vespertina de 24 Horas” de TVN entre 1999 y 2002, que sirvió además como bandejero del mítico “Pase lo que pase”.
Aunque siendo justos, el que empezó con los directos a la tarde fue Chilevisión con “Tu vida, tu historia”, que también mudó su orientación y habla de temas más sociales.
No hay espacio para la gente común
Con respecto al primer punto, desde 2007 más o menos se ha visto a la misma gente: Cuicos o gente jugando a ser cuica -aunque eso implique hablar cantadito para formar un personaje maqueteado a full- que hace noticia por escándalo tras escándalo. No había espacio para la gente como usted o como yo que con mucho esfuerzo busca salir adelante.
Los primeros ya están lejos de la tele y ojalá por un tiempo largo, sin embargo, los segundos se tomaron la pantalla en espacios como “Chile Ciudadano” (TVN), los matinales o los ciclos anteriormente citados, para hablar de lo mucho que luchan para llegar a fin de mes y sobre quienes no les alcanza para jubilar, teniendo que trabajar aún cuando no les corresponde de lo que sea.
Si, esta revuelta sirvió para mostrar la indignidad de ese Chile oculto bajo la alfombra. Asi como también hemos visto a asistentes sociales que han hablado a viva voz sobre las injusticias de este país.
Los neofascistas aportan al debate
Otra señal de la revuelta: Hasta hace no mucho se creía que invitar a personas que quieren hacer del odio una política de estado era “aportar al debate y a la libertad de expresión”. Por lo mismo antes del 18-O hemos visto a personas como el de siempre -si, el de Paine, el del Bavaria que con esto esperamos que no tenga posibilidad alguna el 2021- y al Movimiento Social Patriota que solo llevó 50 personas en las marchas.
Y esta crisis solo dio como señal que los neofascistas y charlatanes sociales no aportan al debate. Y es que con ellos no se puede dialogar si no te insultan. Bueno, eso de frentón no es discutir.
De la televisión chilena depende si seguir invitando a esa gente con la excusa de “debatir” o derechamente bloquearlos por sanidad mental.