Imposible no emocionarse con el testimonio que el pasado viernes (22 de noviembre) brindó la bailarina e integrante de “Rojo” Geraldine Muñoz en el programa “Buenos días a todos” (TVN). En él se refirió a su hospitalización que la tuvo alejada de su máxima pasión que es la danza y, emocionada, recordó el mal diagnóstico que la tuvo al borde de la muerte.
Al recordar su experiencia y relatando lo terrible que es la salud pública en Chile, Muñoz dijo que “Yo no la pasé muy bien ahí, tuve muchos problemas que surgieron después de esa hospitalización, estuve con muchas crisis de pánico. Yo compartí con abuelitos que estaban pésimo, mal, sufriendo, lloraban, y no nos merecemos esto”. Su emoción traspasó la vibra de quienes veían el matutino en ese instante y de quienes lo vimos posteriormente en el diferido de YouTube.
Muñoz nos representa a todos nosotros lo que nos sentimos mal con la salud en Chile, tanto pública como privada. Si en el caso de ella casi deja este mundo por una negligencia médica -la misma que mató a Roberto Viking Valdés en 2002 y que dejó vegetal a Sergio Silva en el ’85-, la mia es la mala salud mental, puesto que Integramédica me dejó en dos ocasiones primero sin neurólogo y posteriormente sin psicólogo.
En este país es terrible enfermarse y cuando ella dice que “no nos merecemos este trato”, yo me veo reflejado en su persona y en su testimonio. Ninguno de nosotros lo merece. Por eso la gente sale a la calle y protesta, por eso muchos marchamos en todo el país a principios de mes por una Ley de Autismo. Por eso me sonroja cuando una persona nefasta usa las enfermedades para burlarse de una adversaria imaginaria. Y cuando usa las mentales, ya se convierte en una persona miserable.
Geraldine Muñoz si que tiene calle, y bastante. No creo que ella busque dar lástima con su testimonio, pero si hacernos pensar sobre lo que ocurre en nuestro país con la salud. En este Chile donde el tratamiento del cáncer es tan caro que hay que hacer bingos para costearlos, o donde a una persona la llaman para operarse cuando ya murió por culpa de las listas de espera.
Qué bueno que ella habló. Porque asi muchos jóvenes se dan cuenta del entorno en el que vivimos, y da motivos para tener conciencia sobre los cambios que se necesitan. Y qué tremendo que Geraldine sea un ejemplo, porque hay muchas Geraldines que están en este preciso instante luchando contra enfermedades o patologías mentales. Y esas mismas Geraldines usan sus plataformas para luchar, para que ninguno de nosotros nos rindamos. Ni menos en este tiempo.