La década en televisión chilena se caracterizó por ser, sobre todo en los inicios de este folio, una fiesta en la que no todos estaban invitados. La pequeña pantalla se “jibarizó” a tal punto que se tornó inmirable. No habia talento, es más, era relegado a programas con bajo rating y las altas sintonías, y a su vez, las inmorales sumas de dinero, se la llevaban los mismos nefastos sin asunto de siempre.
¿Diez años o más igual o algo empezó a cambiar en 2018? Diría que si. De hecho, la reaparición de “Rojo” en mayo del año pasado trajo de vuelta a la TV chilena un bien escaso: La música en vivo. Yo decía que por la situación del canal había que iniciar y probar con los latinos y la lista de quienes vinieron ha sido larga, y todos renombrados y emergentes. Este año se atrevieron con los anglosajones como La Bouche y Taylor Dayne, esta última, cuya aparición se llenó de elogios con su intacto registro vocal.
Y a su vez, nos dio otro canon de famosos que en otros países, esos que llevan la batuta en el concierto tevito, pero que acá es tan raro que pase que hasta llega a ser rupturista: El del talento. Ese que siempre vence. Porque los malos “buenos para los tongos” solo ganan en poco tiempo, pero ellos ganan para siempre. Y tienen los ingredientes que pedimos y buscamos: La solidaridad, el compañerismo, el amor por las artes del canto y la danza (insólitamente postergadas durante esta década) y el respeto. Un mensaje valioso que más y más jóvenes toman, en vez del dinero y la fama fácil, o via conductos poco éticos que felizmente no tendrán cabida en la próxima década.
El próximo año será otro año al “Rojo”, esta vez de norte a sur. Porque el talento está en todas partes. Porque ellos no son gente alejada de la realidad como tanto mal privilegiado: Son personas como usted, y no personajes maquetas. En las lineas del Metro de Santiago encontrarán a varias Jeimys buscando destacarse, en el Centro GAM verán a varias Millarays bailando y cantando al ritmo de sus “idols”, en las comunas más humildes hay muchas Geraldines que ven en la música y el baile la salida y la catarsis ante tanta injusticia y segregación de país. Y eso vaya que suma.