Ya revisamos en el primer capítulo de esta columna algunas de las finalidades de la relación de los dueños de los medios televisivos con el poder político, pero trataremos de dilucidar ahora la intención de estos grupos empresariales de llegar a tener un elemento tan influyente como es un canal de televisión.
Primero debemos separar dos tipos de empresarios de comunicación: aquellos que forman su influencia, fortuna y poder desarrollando medios de comunicación, estos practicamente no existen en Chile salvo con la excepción de la familia Mosciatti y su cadena radial.
El segundo caso es el más reiterativo en Chile, aquellos empresarios que ya tienen amasados un gran poder económico y compran medios ya consolidados para irradiar el poder que ya tienen o conseguir mayor influencia pública de la que tienen.
El segundo tema relevante en este análisis es que prácticamente todos los dueños chilenos de canales de televisión (hablamos de Alvaro Saieh y La Red, Sebastian Piñera y Chilevisión, Andrónico Luksic y Canal 13, para terminar con Ricardo Claro y la familia Heller Solari y Mega) pertenecen a lo que se llama como fortunas de primera o segunda generación. No hablamos de los históricos clanes aristocráticos que han dominado la historia de Chile, sino que grupos económicos jóvenes, con menos de 60 años de historia por lo menos y que en casos como Saieh y Piñera se pueden catalogar como empresarios de primera generación, o sea que ellos mismos generaron su fortuna sin necesidad de herencias familiares (La excepción a la regla sería los Heller Solari, ya que la ascendencia de la familia fundó Falabella hace más de 130 años, pero la multitienda solo se tornó como una empresa relevante dentro de las grandes empresas chilenas a partir de la decada del noventa). Al ser estos grupos no miembros de la aristocracia tradicional, muchas veces no estuvieron directamente ligados a los círculos tradicionales del poder, como los clubes sociales o partidos políticos. Su influencia se construyó no a traves del prestigio de sus miembros, sino amasando enormes fortunas comprando algunas de las viejas empresas que habían sido parte de los miembros de la vieja aristocracia, influyente y elitista, pero muy venida a menos en materia de propiedad empresarial.
Es por esto que la necesidad de estos grupos nuevos de la economía de realzar su poderío a traves de métodos que la vieja aristocracia no insinuaría, como comprar equipos de futbol o los canales de televisión. Tambien evidencia un nuevo estilo de estos grupos económicos de demostrar audacia e incluso cercanía con la gente, algo que era inimaginable para los viejos dueños del poder económico chileno.
No debemos olvidar tambien que la compra de medios muchas veces sirve para la figuración pública de sus propietarios para alcanzar aun mayores cuitas de poder, esa fue la estrategia de Sebastian Piñera que tras varios intentos infructuosos alcanzó la propiedad de Chilevisión en 2004, y así alcanzar un figuración envidiable para un hombre que aspiraba alcanzar la Presidencia de la República, y así lo pudo hacer. Mientras que Luksic y Heller, sin aspiraciones de alcanzar un cargo popular, si pretenden lograr un conocimiento amplio de sus actividades y de su extenso portafolio de empresas, insinuando que la ciudadanía ve con buenos ojos a aquellos que alcanzan altas posiciones dentro de la empresa, generando ejemplos a seguir, no por algo existe gente que públicamente llama a Luksic como “tío Andrónico”
Para culminar, tambien debemos enfocarnos en que la mayoría de los empresarios aludidos tienen episodios oscuros dentro de su trayectoria empresarial. La polémica labor de Piñera en la gerencia general del Banco de Talca en los ochenta, el financiamiento de Ricardo Claro a la DINA en los setenta y las coimas pagadas por Luksic a funcionarios peruanos para la instalación de una planta de Lucchetti en Lima no son capítulos que estos empresarios desean hacer alarde públicamente, por eso tener algun medio podría amortiguar el conocimiento masivo de estos casos. De todos modos, estos casos han sido divulgados públicamente, lo que el tener medios que puedan ser “voceros” de sus propietarios no es siempre efectivo.
Hemos enumerado algunas de las características de los propietarios chilenos de canales de televisión y sus posibles propósitos de adquirir un medio tan poderoso como son las cadenas de televisión. Hago esta columna con la finalidad de entregar claridad y desmitificar algunas dudas que existen sobre algunas de estas fortunas, pero por sobre todo, para poder tener atención al mensaje que los medios quieren difundir, que no son gratuitos ni desinteresados, sino que buscan influir con ideas, valores y principios al conjunto de la ciudadanía.
Nosotros debemos estar atentos y fiscalizadores a la divulgación de tales mensajes.