En las dos columnas anteriores buscamos atender a los propósitos de los controladores de los canales de televisión en Chile, estos son multiples y estos se pueden enfocar en propósitos personales como tambien tener un polo privilegiado de influencia dentro de las decisiones públicas.
¿Es tan grave que grupos económicos de tanta importancia dentro del concierto económico controlen algunos de los medios más importantes de la sociedad? Es una pregunta dificil de responder, primero porque dentro de la legislación vigente ninguno de los propietarios ha incurrido a subterfugios para controlar estas cadenas, como tampoco aun no constituyen tecnicamente una posición oligopólica en el mercado televisivo.
En el plano etico y enfocado a la función social que tienen los medios de comunicación se ve con preocupación que tan pocas personas y con intereses tan amplios y conflictivos tengan la propiedad de estaciones que están presentes en gran parte del territorio nacional, algunos gremios y sectores políticos (como el Colegio de Periodistas y el Frente Amplio) han promovido la creación de una ley de medios que intente delimitar las esferas de estos grupos. Personalmente veo con preocupación el surgimiento de leyes que delimiten la propiedad de estos grupos, no por una defensa de estas organizaciones, sino de las posibles represalias que estos pueden tomar dentro de la sociedad, ya conocimos los casos de Argentina y Ecuador donde los grupos controladores de los grandes medios comenzaron una verdadera campaña del terror contra los gobiernos que emprendieron tales iniciativas y solo ocasionaron mayores tensiones sociales. Creo por lo demas que este tipo de leyes son anacrónicas en un mundo donde los medios digitales ganan cada día mayor penetración y estos grandes grupos terminan perdiendo las posiciones de control social que en un pasado solían tener.
No debemos tampoco esgrimir que todos los propositos sean oscuros y negativos. Tal vez su único objetivo es lograr que sus figuras sea recordadas de buena forma por la ciudadanía al mantener estaciones de televisión, lamentablemente no hemos visto que los canales de televisión bajo este tipo de controladores haya mejorado tanto en calidad de contenidos, como en objetividad en en sus informativos, tanto Mega como Canal 13 son calificados de peor forma que otros canales de televisión en el plano informativo.
La mejor solución no está en la esfera de limitar los derechos de propiedad, sino que fortalecer la televisión pública y reorientarla hacia una función contracíclica en vez de permanecer dentro del esquema del mercado publicitario. Esto involucra un serio esfuerzo político y económico que combina la independencia partidista como una eficiente gestión económica. Ya hemos dado los ejemplos de las televisiones públicas en Estados Unidos y Australia donde si bien no son lideres en sintonía, juegan un papel muy importante al agregar contenido del primer nivel dentro de estos mercados, como a su vez realizan roles fiscalizadores que dificilmente harían las redes comerciales.
En estos momentos de profundo malestar, donde la televisión (con razones de sobra y algunas no tanto) está bajo niveles de rechazo histórico, es urgente repensar la televisión como un instrumento que represente los anhelos e inquietudes de nuestra sociedad, pero que a la vez no deje de ser un medio que entretenga y genere valor agregado. Este desafío corre para todos los actores, tanto públicos como privados, y esperemos que estos últimos asuman una responsabilidad social sobre sus medios, solo veremos ahí si su objetivo final es el solo generar poder personal o por el contrario, tener empresarios preocupados por el engrandecimiento del país no solo a traves del crecimiento económico, sino a traves de divulgar valores y principios que van más allá de los indicadores económicos.