Otro Festival de Viña más que queda en la historia y hay mucho que reseñar a la hora de hacer el balance.
Partamos por lo más obvio. Hubo twitteros que dijeron que no se podía hacer el evento en medio de un momento país tan complicado, sin embargo, ellos olvidaban que la gran mayoría de artistas que iban al certámen estaban de su lado. Todo partió con una rutina de Stefan Kramer que sin duda quedará enmarcado entre las mejores, y que incluso podríamos interpretarlo como un barómetro de personalidades públicas.
Al día siguiente con una “noche femenina chilena” que quedará también en los menesteres del evento viñamarino. Mon Laferte cumplió y superó a su memorable show de 2017 con un espectáculo de nivel internacional y con mucha conciencia social. Y Francisca Valenzuela también estuvo por sobre lo esperado, demostrando por qué es una de las artistas locales que ha hecho noticia por su trabajo y por su apoyo a sus colegas congénero.
Por cierto, debe ser terrible para todos los que celebraron el año pasado el fracaso de Jani Dueñas que tres mujeres abiertamente feministas sean las grandes triunfadoras de esta versión. Si, tres. Porque Javiera Contador, de quien asumo que no le tenía fe en un principio, finalmente fue una grata sorpresa, desmarcarse de la Quena Larraín le hizo bien y se asegura un futuro promisorio dentro de la escena del stand-up comedy.
Fusión Humor también se convirtió en otra gratificante rutina, ya que sin renunciar a sus cotidianos lugares comunes (los chistes de la marihuana y de los papás del Bodoque) también hicieron mención a la situación actual con una rutina tan aclamada que el Monstruo las emprendió contra los animadores por no permitir un bis.
Y acá vamos con la gran decepción de este año: Maroon 5. La pataleta de Adam Levine nos hace cuestionar si realmente valió la pena traer al grupo californiano a la Quinta Vergara, y es que su reacción posterior vaya que molesta, aún a sabiendas que hubo otras cantantes a los que situaciones externas o personales no les fue impedimento para dar el show de sus vidas (como ocurrió cuando a Katy Perry le pidieron el divorcio por mensaje de texto y aún asi lo dio todo en Brasil). Hasta los Jonas Brothers se tomaron en serio el lugar donde estaban en 2013 y creo que una artista femenina anglo si le tomaría el peso al Festival.
Y otra que no decepcionó: Denise Rosenthal. Tuve un tanto de miedo por que pensé que podía pasarle lo mismo que a Cami Gallardo, que actuó lamentablemente con una Quinta semi-vacía. Felizmente nada de eso ocurrió y al igual que sus colegas Mon y Fran, hizo su espectáculo de gran factura y sin envidiarle a las divas pop más reconocidas, y hasta haciendo mención a un tema muy poco tocado en los medios como la escasez hídrica. Rosenthal es un vivo y claro ejemplo de que la meritocracia en el espectáculo chileno si es posible.
Del resto se cumplió lo que predijimos: Los Dinamita Show de solistas son como los Gallagher después de Oasis, Belloni triunfó, Ricky Martin hizo su negocio, “la noche nostálgica” y la “noche romántica” también y Ozuna, que en un momento estuvo en duda, tuvo su recibimiento pese a que el trap aún no tiene masividad en el rating personas. Y Ruminot lo dio vuelta, sacó lecciones e hizo reir hasta provocar dolor de mandíbulas al respetable.
¿Cosas que corregir? Los miles de problemas de sonido que fueron constantes en el Festival -como dato, CHV fue sancionado por la Comisión Organizadora cuando ocurrió lo mismo en la fallida versión de 2012- y por favor, un nuevo perfil para el artista anglo. Es hora de ver a una mujer, y no hablo desde el fanatismo sino porque está demostrado con hechos que son más profesionales que Adam Levine. Y otra cosa: No intenten acallar a los artistas ni dar pautas a los humoristas, porque como diría Alfredo Leuco, les puede salir el tiro por la culata.