Se acabó Viña 2020, uno de los certámenes más complejos de la historia por factores conocidos por todos, pero que se realizó con creces a pesar de la suspensión de eventos satelites al Festival, como de situaciones de violencia en la ciudad de Viña.
Personalmente considero a Viña 2020 como un evento donde se sintió que nuestro país vive un cambio profundo y que la necesidad de la cuidadanía al expresarlo se hizo evidente, dentro del plano organizativo podemos destacar positivamente la confección de parrillas adaptadas a públicos en específico, la mayor proporción de artistas nacionales y femeninos y un impecable escenario y transmisión, digno de los grandes eventos televisivos mundiales, en lo negativo debemos atender a una falta de conexión de los animadores con el público, problemas notorios en el sonido durante varias jornadas y la decepción generalizada que provocó la presentación de Maroon 5, que dentro de la relación precio-calidad se encuentra dentro de los peores espectáculos ofrecidos en el certámen y tal vez dentro de las mayores desilusiones de la historia festivalera.
Por último, todos los fantasmas de posibles censuras de mensajes politizados emanados tanto por los participantes del espectáculo como del publico fueron espantados por las alocusiones de gran parte de los artistas sobre la situación social que experimenta el país, como la participación de publico en canticos en contra de la figura del Presidente.
En conclusión, un evento que al fin y al cabo reflejó el país actual, algo que pocas veces sucedía en Viña, donde se privilegiaba la frivolidad por sobre la necesidad de expresar un mensaje más allá de lo rutinario.
Ahora vamos con los consejos al futuro.
Creo que si se quiere relanzar en parte el interes del público hacia las competencias, hay que sacrificar muchas cosas, entre ellas la presencia de humoristas en todas las jornadas del Festival, como tambien exigir que las presentaciones de los artistas invitados sean más cortos. Esto no solo corre para favorecer a la competencia, sino tambien al los mismos artistas que aparecen en escena al final de la jornada, ya a altas horas de la madrugada y con muy poco público, esto último es una verdadera falta de respeto para los artistas, que si bien aparecen a un gran público vía televisión, no merecen que aparezcan en horarios poco adecuados y con escenarios con poca gente. Esto tambien hace llegar a pensar de que se debe apostar por números ambiciosos al final de las jornadas, y por sobre todo, en el número de cierre del Festival y que no sean solo rellenos del numero fuerte que abre la jornada. Esto arreglaría importantes problemas que aquejan al certamen como la nula atención a la competencia, el excesivo interes hacia los comediantes y las largas jornadas.
Otro asunto interesante es el tema de la realización del certamen la última semana de febrero, personalmente considero una extensión demasiada forzada de la temporada veraniega pensando en que ya los últimos días de ese mes ya hay niños que entran a la escuela y la gente se prepara para el año laboral. Sería interesante que el Festival pudiese volver a realizarse en la medianía de febrero, temporada en que gran parte de los chilenos efectivamente está en vacaciones y aun el “fantasma” de marzo está lejos de las personas. De todos modos se entiende la necesidad tanto de la Municipalidad de Viña del Mar de que la temporada de turismo sea lo más larga posible y la de los canales de televisión que organizan el certámen de poder empalmar lo más immediatamente posible la “pantalla caliente” del Festival con las parrillas programáticas de marzo.
Tercer y último tópico, quería responder a aquellos sectores que han criticado a que ciertos artistas utilicen la pantalla del Festival para entregar mensajes políticos. Para desgracia de estos sectores, estamos en momentos políticos importantes, donde hasta en las mesas de nuestros hogares se discute sobre el futuro del país, es verdad que nuestro pueblo no está muy acostumbrado a que los temas públicos se expresen en escenarios masivos, pero esto no es ningun problema, sino que por el contrario, este es un valor de la Democracia, es el valor de poder expresar lo que uno siente sin que un ente superior lo impida. Si hay algo que podemos destacar de este Festival es que diferentes puntos de vista se dieron a conocer en el certámen, y eso es un plus para el evento que muchas veces (y con justa razón) ha sido criticado por su falta de cercanía con las necesidades sociales.
Todo esto se cumplió sin perder el eje central de este evento que es el entretenimiento y la sana dispersión.
Como aspecto final, debemos atender a que la selección de artistas internacionales sea lo más aclaratorio posible en el las instancias de contratación de estos números, en especial en el enfasis de que se debe específicar que el Festival de Viña no es un mero concierto para la televisión y que forma parte de una tradición muy grande para el país donde se realiza, es por esto es que esperamos que para las próximas contrataciones de números internacionales (sobre todo las “anglo ) se llegue a contratar a artistas que entiendan estas prerrogativas y nos ahorremos el bochorno que significó para el público televidente la presentación de Maroon 5, un Festival merece tambien el respeto de los que participan en ella no solo como un lugar donde se gana dinero, sino que en un espacio simbólico para un país que año tras año, y a pesar de todo, se une en torno de un espectáculo de seis días.
Esos son los desafíos más inmediatos que debe enfrentar el certámen viñamarino segun mi parecer.