El 11 de marzo de 1990, mientras que en el Congreso Nacional, Patricio Aylwin asumía la Presidencia de la Républica, en Bellavista 0990 acontecían dos eventos que marcarán el futuro de Televisión Nacional de Chile, en un acto austero, Jorge Navarrete Martínez volvía a dirigir la estación que encabezó en su fundación, mientras que en un estudio, figuras de TVN de la época del régimen como Juan Guillermo Vivado y Mercedes Ducci compartían escena con figuras que habían formado parte de la trinchera informativa en contra de la dictadura como eran Patricia Politzer y Augusto Góngora para analizar la transmisión del mando. Era la transición al estilo de Televisión Nacional.
Para fines de los ochenta no cabía dudas que TVN enfrentaba una crisis de credibilidad y económica enorme, se había convertido en una real piedra en el zapato para quienes administraban la señal y el futuro de la estación era incierta, tanto el régimen de Pinochet como la derecha política y económica esperaban que la señal estatal corriese el mismo derrotero que Entel, LAN o CTC, o sea la privatización, mientras que sectores de la Concertación tenían en mente una señal pública muy cercana la las ideas del partido de turno, en forma similar a lo que había sido la señal estatal durante la Unidad Popular y la dictadura.
Pero tanto el Presidente Aylwin como Jorge Navarrete no deseaban ninguno de esos dos modelos, sino un modelo que si bien representaba a la televisión del Estado, no sirviese necesariamente al gobierno de turno, sino que un canal pluralista, abierto a todas las visiones y creible hacia las audiencias.
Es así de que el sueño de muchos de ver a Sergio Campos leyendo las noticias centrales se diluyó tempranamente, como tambien el deseo de algunos de remover figuras como Antonio Vodanovic o Paulina Nin. Se escogió a una figura cercana a Navarrete ademas de “fundador” de la señal como Bernardo de la Maza para encabezar la alicaída area informativa, por su parte gran parte de los rostros y programas de TVN de los ochenta se mantuvieron con algunos retoques, tanto Nin como Vodanovic siguieron siendo por varios años más figuras gravitantes de la estación (es cierto que hubieron algunas figuras despedidas, pero no necesariamente por razones políticas, algunas de ellas incluso fueron recontratadas).
Si bien se mantenían algunos ejes del TVN anterior, se buscaron formulas para que el canal tuviese contenidos culturales importantes como espacios de observación crítica de la sociedad sin perder el eje de tener un canal confiable y comercialmente atractivo. Espacios como “Cine Video”, “El Mirador”, “El Show de los Libros”, “Sin Protocolo” o “La Manzana de la Discordia” marcaron ese camino de abrir contenidos difíciles de exhibir en otros canales por decisiones editoriales, como tambien la función de divulgar las artes y ademas de tener índices de síntonía más que aceptables.
Ya para 1991 Televisión Nacional volvía a mostrar señales de solidez tanto en la credibilidad como en los aspectos económicos y de sintonía, es aquí donde comienza una década dorada donde el modelo de televisión pública adoptada por Navarrete agarra una fuerza increible, para llegar a 1996 donde alcanzan el rating comercial y por fin en 1998 logran el tan esquivo primer lugar de sintonía, los cuatro años venideros fueron los de mayor auge que haya experimentado la señal pública, dominando ratings e imponiendo contenidos dificiles de reemplazar dentro de la conciencia colectiva nacional, como son las teleseries de las 20 horas o la presencia de la hoy emblemática figura de Felipe Camiroaga.
El modelo Navarrete comienza a decaer justamente cuando nuestro país entra a liberalizarse socialmente, permitiendo que los canales competidores se abran a contenido más osado, algo que en su minuto fueron solo tratados por la señal pública, sus efectos tuvieron una esfera positiva y una muy negativa, la positiva fue que se pudo conocer grandes investigaciones periodísticas y temáticas sociales profundas (homosexualidad, SIDA, infidelidad), pero a la vez el “destape” chileno se manifestó de una forma muy malsana a traves de la farándula, esta última, una de los principales destructores del buen modelo televisivo que se generó en los noventa.
Como hemos reiterado en varias ocasiones, el modelo Navarrete de televisión pública hoy no se puede aplicar a la realidad político y social actual, pero siempre será positivo tomar parte de sus principios fundantes; generar una televisión pública masiva, atractiva, integradora, de alta calidad y que represente a todos los chilenos.
En lo personal, este ha sido el mejor modelo televisivo aplicado en nuestra industria porque se consiguió los altos estandares de profesionalismo, libertad de contenidos y masividad que otros, por razones editoriales, no podían aplicar, esto se pudo hacer en el TVN de los noventa, lo que a la postre significó que una cadena televisiva haya pasado de un “patito feo” de la industria a ser “el canal de todos.”