Nadie puede descorchar la champaña. Ni siquiera el canal líder porque ellos también vieron su sintonía mermada a partir de las 22:30 horas. Según un ranking entregado por KantarIbope Media y revelado por LUN, ningún programa de la televisión abierta chilena es capaz de superar los 20 puntos promedio.
Atrás quedaron los tiempos en que “Viva el Lunes” marcaba peaks de más de 40 unidades con los chistes al voleo de Álvaro Salas y el famoso ataque de risa de Xuxa, o cuando películas de estreno como “Titanic” o “El día de la independencia” eran capaces de aguarle la fiesta a los estelares de turno, o cuando “Los treinta” y “Donde está Elisa” se llevaban la atención del público nocturno.
Los índices son decidores: El programa más visto del primetime, que es la novela de Mega “100 días para enamorarse”, solo hizo en 8 capítulos un promedio de 17,8 puntos seguido del debut de “Podemos Hablar” con 15 unidades. Si hay algo bueno que sacar de esto es que los productos prime de los que más apuestan por contenido nacional en esa franja tienen una amplia presencia ya que Chilevisión y Canal 13 aparecen con cinco y tres puestos, respectivamente.
Otro valor agregado es que tanto el 11.1 como el 13.1 tienen toda la semana del “horario nóbre” con producciones nacionales. Quizás un tirón de orejas para Mega y su repetición de “Fatmagül” que no ha rendido como se esperaba y a TVN que de momento solo cuenta con “Cocina Fusión”, mientras que el resto de los días rellena con películas y la novela “Hercai” que si bien son más baratas y generan más audiencia, perjudican el empleo y las oportunidades para el talento local.
¿Qué pasa? ¿Acaso la sobrepoblación de producciones de mala calidad en la década pasada hizo que en el inicio de esta derechamente nos olvidaramos de que la televisión chilena existe? Está claro que el “DeAguirrismo” (explotar a más no poder los conflictos amorosos, de convivencia o de cualquier tipo además de farandulizar todo lo que sea farandulizable) mató más trabajos que la crisis sub-prime, pero el tema es que las televisiones aún no se reponen del tamaño descalabro. Atrevería a apostar que ni Mega ha hecho su “mea culpa” acerca de los contenidos de sus últimos realities, siendo el más reciente un fiasco en sintonía y en el rating comercial.
A esto sumémosle que el retraso del primetime a las 22:30 -y a veces hasta las 22:50- ha hecho que las personas perdieran la paciencia. A decir verdad, estas decisiones pragmáticas han causado un descalabro en la industria.
Nadie puede negar que Netflix, HBO GO, ahora recientemente Amazon Prime Video y Pluto TV, y a partir del próximo año Disney+ (posiblemente tomaditos de la mano con Hulu que también anunció desembarco en este lado del mundo), han llegado a cambiar los hábitos de consumo de los televidentes de nuestro país. En mi caso en la redacción de este sitio se ve todos los días La 1 de Televisión Española junto con las networks gringas y uno que otro canal europeo, porque aunque no entiendes lo que se dice, igual te entretienes porque la TV del viejo continente tiene esa mística, además de series ibéricas como “Élite”, “La casa de papel” y “Las chicas del cable”. Tal vez si los canales abiertos hubiesen visto a las mencionadas plataformas como aliados y no como enemigos a los que se intentó destruir sin éxito a punta de “”””famosos”””” peleandose entre si, la industria sería otra y quizás las series nacionales estarían peleando los premios internacionales sobre televisión junto con NBCUniversal, Atresmedia o cualquier casa productora.
¿Se puede sobrevivir con 17 puntos de promedio en el primetime? Para Mega si su “Verdades ocultas” -ad portas de cumplir sus tres años al aire- aún con lo inverosímil de su trama sigue marcando 20 puntos, no es mayor problema sumado a los menjunjes que hacen para vender pautas publicitarias, pero el resto de los canales claramente no. El tema es que productos como “Bailando por un sueño” y “Rojo” si bien no tienen una audiencia descollante si se rentabilizan porque el modelo de negocios del 13 y TVN son distintos. Lo mismo pasa con los productos familiares de Chilevisión.
Lo cierto es que por errores propios, la teleaudiencia ya se divorció de la televisión chilena y será imposible que se reconcilien en el corto plazo. A menos que empiecen a confiar en el talento, cueste lo que cueste.