A lo largo de la historia hemos conocido carreras que han entrado en decadencia producto que tras un largo tiempo de inactividad musical, o en otros casos, gracias a los errores propios del poder que las redes sociales otorgan a la gente común, y que como hemos comprobado, son un elemento mas peligroso que un arma de fuego. El caso de hoy comprueba este hecho con un artista que hoy no es mas que un objeto de burla gracias a su actuea por estos medios.
En los últimos años, hemos conocido a Alberto Plaza más por sus polémicas que por su música y que en la actualidad lo tienen convertido todo un “troll” de internet. El hecho es que el artista detrás de “Que cante la vida”, “Polvo de estrellas” y “Pudo ser un gran amor” se ha convertido en uno de los hombres mas odiados del país y argumentos para ello hay de sobra. Sin embargo, hay que hacer algo de recuerdo.
Luego de debutar discográficamente en 1985, el artista tuvo su mayor apogeo en la década de los noventa. Es más, políticamente el artista siempre se ha mantenido cercano a la ex concertación. De hecho, en 1990 participó en el volumen dos de “Voces Sin Fornteras”, un disco lanzado por Radio Cooperativa para celebrar el retorno de la democracia. Por estos hechos, no es de extrañar que el cantautor se sintiera cómodo en las épocas donde gobernaron Patricio Aylwin y Eduardo Frei, tanto es así que lograba imponer éxitos radiales por montón, obtener la representación nacional en el Festival de la OTI de 1995 y ser continuamente invitado a estelares del momento.
Para el año 2000, celebró sus quince años de carrera artística en el Teatro Municipal de Santiago, con el permiso del entonces alcalde Jaime Ravinet, el cual fue recopilado en un disco lanzado ese año titulado “15 años en vivo” el cual se convirtió en todo un éxito comercial, el cual prosiguió con “Un día más” en 2001 y “Febrero 14” en 2003, todos discos exitosos comercialmente estando ya establecido en Maimi, además de llevarlo a celebrar sus veinte años de carrera en el Festival de Viña de 2005.
Sin embargo, poco a poco se fue diluyendo su carrera hasta un punto donde ya no se supo mas de Alberto Plaza en 2010, donde lo único se conoció de él fue su afiliación al cuestionado culto de la Cienciología, caracterizado por sus actividades de manipulación sobre sus afiliados como de actividades cuestionables como la separación de familias, tal como lo constata Mike Rinder, ex hombre de alto nivel de la secta quien tras abandonarla, pagó cara su decisión siendo apartado de su esposa y sus hijas y quien constata todas estas actividades en la serie “Esclavos de la Cienciología” con la actiz Leah Remini.
Luego de una década sin saberse nada del artista, vuelve en 2017 a la palestra pero ya no como cantante sino como comentarista tuitero en donde se ha destacado por sus constantes polémicas con figuras y grupos de personas del ámbito LGBT, periodistas, colegas artistas, organizaciones sociales y feministas, con comentarios propios de un troll de internet, similar a los de individuos como Alex Jones, Paul Joseph Watson y otros teóricos de extrema derecha que han encontrado refugio en las redes sociales para difundir información falsa e imponiendo la post verdad. En concreto, Alberto Plaza, paso de ser un concertacionista no reconocido a un “barra brava” que hoy está afiliado a la ultraconservadora Fundación Nueva Mente encabezada por la teórica de conspiración Tere Marinovic.
Las consecuencias de esta cuestionable postura se han visto notar en donde un concierto a distancia realizado en su cuenta de YouTube en medio de la actual cuarentena COVID-19, tuvo más dislikes que pulgares arriba, en una muestra clara del repudio que hoy causa su persona en el país.
Sin embargo, hay otro elemento que lleva a su actual situación decadente y es su falta de reinvención. Si lo comparamos con otros artistas de éxito en los ochenta y noventa como Myriam Hernández, esta ha logrado tener una exitosa reinvención como coach en programas de televisión e inclusive atreviéndose a cambiar letras de canciones como “el hombre que yo amo” en clara simpatía con grupos feministas. Es mas, ya muy pocos se acuerdan que estuvo en las concentraciones de Joaquin Lavin en la campaña presidencial de 1999 e inclusive en un momento compartió escenario con Inti Illimani en la fiesta de asunción de Michelle Bachelet a su primera presidencia en 2006. Otro ejemplo que podemos poner a Luis Jara, a quien se le puede cuestionar su excesiva búsqueda de protagonismo, pero ha tenido una exitosa reinvención como animador de televisión.
¿Qué paso con Alberto Plaza? Hoy nadie se acuerda que en los noventa fue un exitoso cantante y compositor. Ha sido el mismo el autor de su propia decadencia al transformarse en un opinólogo político y acercarse a grupos de los cuales mostró su lejanía hace treinta años. Una decadencia que tal vez sea irreversible producto que el artista ha manchado una reputación construida, tanto que hoy, muchos de los que lo oyeron en su mejor momento le han dado la espalda. Hoy la carrera de este artista se ha transformado en “Polvo de estrellas” tal como su disco de 1998.