“Y después del Coronavirus… ¿Qué?”. Este parafraseo de un comercial de Panadol de principios de los 90s debe resonar por todo lo alto entre ejecutivos televisivos. Mientras los de Chilevisión, Canal 13 y un Mega líder pero abatido por las implicancias del bicho siguen intactos, TVN cambia de director de programación y hace economía de guerra: Despidos de personal, suspensión de programas como “Rojo” y hasta un crédito con aval del estado para solventar las deudas, algo que huele a endeudamiento a propósito por parte del Piñerismo.
Sin embargo, hay dudas y preguntas que quienes hacen los programas de la televisión de libre recepción se tienen que hacer después de que todo se de por superado. El estallido del pasado octubre fue el primer aviso, la evidencia del “mejor sistema de salud del mundo” fue un segundo y quien sabe si habrá un tercero. Y mientras sigan con amagos de tele de la década pasada, un cuarto, un quinto y un sexto.
Se han dado pasos adelante como la creación de TV Educa Chile, la serie “a distancia” de Mega y los noticieros que empiezan más temprano (ahora que terminen más temprano eso debe ser empírico a la hora de dar esta crisis por superada); pero también se han dado a la vez veinte pasos atrás como la presencia en matinales del Pastor Soto y de las coberturas xenófobas y segregadoras de los brotes del COVID-19.
Hay preguntas que tienen respuesta, y otras que deben buscarlas ellos. Para alivianar la carga, acá tenemos varias de ellas.
¿Dónde quedó el fact-checking?
En la televisión española se ha hecho una campaña de guerra contra las falsas noticias. Puntualmente desde los excelentes noticieros de Televisión Española y Atresmedia se han hecho hasta institucionales donde reafirman su compromiso por desmentir los llamados “bulos” que emanan todos los días desde redes sociales.
Es importante que se replique acá porque desde WhatsApp y Facebook sale cualquier cosa. Salvo el nucleo informativo de WarnerMedia Chile, no se ha visto voluntad en los canales con prensa de chequear, contrachequear y contrastar las informaciones. Cada vez que el gobierno ha dicho una falsedad, no hubo ningún periodista que haya sido capaz de contrapreguntar, quizás por temor o compromiso.
¿Dar voz a todas las tendencias significa dar cabida a los discursos del odio?
Acá hay que ser tajantes: NO. Por ningún motivo y de ninguna forma. La pelotudez de T13 de entrevistar al lider neo-nazi Sebastian Izquierdo para que cuente “su verdad” sobre los casos de violencia que él genera en las marchas del rechazo puede costarle carísimo al area de prensa dirigido por Claudio Villavicencio.
Desde los matinales nos dicen que “hay que dar cabida a todos” y que “todas las opiniones son válidas”, sin embargo, cuando otros optan por adoptar el odio hacia las minorías, inmigrantes y mujeres, te das cuenta que no todos deben tener el mismo peso. ¿Para qué entrevistar al mismo que dijo por televisión que va a matar a todos los comunistas en la calle? ¿Ven lo que eso genera?
¿Hay verdadero pluralismo en televisión?
Llama la atención que el panel de “Bienvenidos” esté compuesto por, en su mayoría, personeros de derecha. Veamos: El omnipresente Lavín, Diego Schalper, Iván Moreira, Marcela Cubillos, ese diputado de la UDI con cara siniestra que se me olvidó como se llamaba. Y lo mismo se ve en los tertulianos políticos del domingo, al extremo de que en “Estado Nacional” fue panelista el efímero ex ministro de las culturas Mauricio Rojas.
El estudio de Conecta Media revelado por El Mercurio fue tajante: Existe una desprolijidad en las tendencias políticas. Ojo, no confunda: No estoy diciendo que no deben haber panelistas de derecha. Todas las tendencias que no hagan política desde el odio tienen que estar, porque como dijo el español Pedro Zerolo: “La diferencia entre ustedes y nosotros es que en su modelo de sociedad yo no quepo, pero en el mio sí caben ustedes”. Entonces, ¿Por qué en la televisión chilena no caben todos? Si se atiborraron de oficialismo.
¿Ven que era importante el talento en televisión?
Iniciativas como “Separados pero Juntos” de Radio Disney y el “One World: Together at Home” de la OMS y Lady Gaga -transmitido acá por Chilevisión- demuestra y reafirma lo que venimos diciendo desde el día uno de este sitio: Los artistas hacen más por el mundo que cualquier vividor del escándalo. Y es que mientras las “estrellas falsas” de la década pasada están cada vez más silentes y distantes, y otros influencers están haciendo escándalos en Instagram y TikTok sin ningún ápice de sensibilidad por la situación actual, cantantes como la ya citada Gaga, Demi Lovato, Ariana Grande, Katy Perry, Jennifer Lopez, Bebe Rexha y otros han difundido campañas relacionadas con la ayuda a fundaciones y médicos que día a día combaten el virus originado en Wuhan.
Del mismo modo especiales como “Musica Che Unische” de Rai reafirman que la música todo lo puede. Acá perfectamente se pudo hacer un especial del mismo tipo o de los que hicieron Telemundo y FOX, tenemos grandes cantantes que han puesto bien en alto el nombre de nuestro país. ¿O el éxito de la noche femenina nacional no fue una señal del cielo? No solo es por el talento sino que por el mensaje de amor al prójimo que ellas y otros entregan, y que resulta más creíble que si viniera de un cura o un pastor evangélico.
Usted dirá que es una frivolidad o que no es importante para la industria, pero entre la cantante que ella sola organiza una campaña de recaudación de fondos para una organización que ayuda a personas con problemas de salud mental y la mediática que nos llamó de “hueones malditos” en un live de Instagram… ¿Qué es más edificante y formador para la industria y para miles de televidentes? Piénselo.
¿Los “polemistas” son rentables de por vida?
Pongamos una situación hipotética. En dos situaciones opuestas ideológicamente están dos argentinos: Javier Milei y Victoria Donda. El primero no sabe hacer un debate porque se exacerba con facilidad y puede llegar hasta los insultos contra panelistas y hasta el mismo conductor, sin embargo la segunda habla desde el corazón y el amor, como nieta restituida, como activista por los derechos de las mujeres y como hoy directora del INADI.
La mentalidad de los ejecutivos de televisión debe ser llevar a quien haga más escándalo para asi asegurar el rating, pero por otro lado una mujer con una sensibilidad a toda prueba también puede tocar la fibra del televidente. Eso si es que el productor o el mismo director ejecutivo no son como el “Tigre” Azcárraga y piensan que hay que hacer televisión “para jodidos”.
El polemismo es rentable pero solo por un tiempo y cuando se acaba es capaz de mandar a la quiebra a una industria completa. Eso pasó acá y sin altura de miras o verdadero sentido del debate, muchas Vicky Dondas no pueden tener acceso a la televisión pública o privada, mientras el otro se llena los bolsillos hablando del odio a las minorías (ahora, que lo deposite quién sabe donde, eso es otro tema).
¿Cómo queremos que las series triunfen si las desperdiciamos?
“Helga y Flora” está pronta a estrenarse en Canal 13, sin embargo lo hará en un horario marginal, un sábado casi a la medianoche, causando el malestar de sus actores. Estamos hablando de la realización de una productora que ganó los fondos del CNTV.
Acá va otra pregunta que va en consonancia…
¿Por qué no confiamos en el producto y dejamos que muera antes de estrenar?
La industria televisiva española no se convirtió en la segunda mayor fabricante de series solo detrás de Estados Unidos sin que los mayores canales hayan confiado en el producto. Es más, hasta hicieron sinergias con las OTTs (como la alianza entre Atresmedia y Movistar) y le dan la vitrina que ellos merecen.
Canal 13 repitió el mismo error de “Vida por vida” en 2012: Mandarla al “slot de la muerte” estrenándola a mitad de semana después del reality “Mundos Opuestos”. Ningún canal ve las series como fuente de dinero fresco para fabricar más contenido de calidad, ya que ni ayudan a la producción del cine chileno. Todo es televisión desechable, productos malísimos y creaciones de “falsos ídolos”.
Los ejecutivos toman partido en el debate “contenido vs audiencia” y le dan manija a los que dicen que no van de la mano de la peor forma, y asi generamos una televisión absolutamente neoliberal y sin capacidad de proyectarse internacionalmente ni a las nuevas tecnologías. Los españoles se adelantaron y ya ven que a mi, personalmente, me genera envidia cuando series como “Élite”, “La casa de papel”, “Toy Boy” y “Merlí” que tocan tópicos muy actuales de diversas formas, se transforman en fenómenos globales y ganan importantísimos premios, o que los mismos dueños de esas productoras integran importantes organizaciones televisivas mientras nosotros, al bote a pique porque quisimos.