Que un grupo de famosos de ribetes menores figure como “traders” de una estafa piramidal llamada IM Academy Masters, que ahi “rostros” como Karol Lucero, Flaviana Seeling, Francisca Undurraga y Vivi Rodrigues estén involucrados y que, quién sabe si desde la ingenuidad, le pusieron sus ganas y esfuerzo en participar de esta particular empresa, no debería sorprendernos.
Dentro del submundo de la industria televisiva, esa que mandó al “default” a una industria completa y que el COVID-19 y el despertar de octubre se encargaron de reflejar (y que nosotros hemos venido anunciando con letras de liquidación), está la promesa de cierta gente de tener pantalla. ¿Bajo qué métodos? Pelearse por un amorio o por una mala nota en un “estelar de baile” puede ser una de ellas. O tal vez tener tanta popularidad en un reality tóxico que puedas facturar en una discoteque facturando jogosos sueldos de Madonna. Y cuando no das más en tu danza de millones, despilfarrarla como sea.
Este caso, y el de los “productos de belleza truchos” de Argentina en el que varias modelos y “vedettes” cayeron, nos hace pensar de que no todos los llamados “ídolos”, que no son más que nacidos y creados en una televisión poco y nada de cualitativa, pueden ser medidos de la misma manera. Está el caso de Demi Lovato que es la que más ha apoyado causas relacionadas con la salud mental, o el de Katy Perry que nos habla de positivismo en su última canción “Daisies”, o el de las locales Denise Rosenthal y Cami Gallardo quienes dicen que son compañeras y no competencia. Pero acá se vendió con el mote de megaestrellas a personas que no son capaces de diferenciar en qué se metieron. Y después figuran en los medios diciendo que no sabian nada de lo que se tejía detrás.
Ayer en la radio mencionaba el caso argento, de como una multinacional que incluso cotiza en Wall Street y que tiene el mismo método de negocios que la cuestionadísima Herbalife, podía prometer el oro y el moro a famosas para ser sus rostros más visibles. Acá es el caso de Forex y de su “hijo menor” IM Masters Academy, que pinta pajaritos en el aire a varios “influencers” que en realidad no lo son tanto, y que ni un reportaje de hace varios años en CNN Chile los hizo abrir los ojos y ver hacia qué o quienes depositaban sus confianzas.
Sabíamos que la farándula era una estafa, pero no una de las peores. Y es que una de las cosas de la que más carecen es de transparencia y honestidad. Y la TV cayó en ese juego y terminaron casi en la bancarrota, como el peor de los “timos” de los llamados “tiburones” de Instagram. Y muchos televidentes también, adoptando modelos, patrones y pautas de vida de gente que sin empuje ni coraje llegó a lo alto, inmerecidamente.