¿Usted cree que los principales destructores de la campaña benéfica son aquellos que siempre cuando se acerca la maratón televisiva despotrican al programa? La respuesta es no.
Quienes son los mayores enemigos para el buen desarrollo de la campaña tambien son dogmáticos en su pensamiento ideológico, no transan en sus principios y tampoco aceptan alternativas diferentes.
Lo peor es que esa gente está intimamente ligada a la fundación, han sido directores de esta e hinchas acérrimos de la institución.
Si, los adversarios “invisibles” de la Teletón son miembros de la clase política y empresarial de Chile, son mismos que acuden en masa cada vez que Mario Kreutzberger convoca a una campaña benéfica y hacen suculentos aportes.
Y usted dirá, ¿por que ellos pasan a ser los principales enemigos de una institución que tanto apoyan?
La respuesta está en que estos sectores piensan que la solución a todos los problemas del país se encuentran a traves de una campaña maratónica por televisión, privilegian que una organización privada haga las acciones que por obligación debe cumplir el Estado y han impuesto a la sociedad entera de que es la eficiencia de la empresa privada la que soluciona las urgencias que padece día a día nuestra sociedad, la cultura de la subsidiariedad en todo su esplendor.
No entienden que organizaciones como la Teletón o campañas como el “Chile ayuda a Chile” son complementarias a la acción estatal, que esta última es la que está mandatada por la Constitución la que debe cumplir las obligaciones de prestar salud y asistencia básica a la ciudadanía en momentos de urgencia, y no al reves. Si bien se acepta que la sociedad civil constituya organizaciones que buscan solucionar necesidades sociales no es a costas de un Estado que se despreocupa de estas necesidades gracias a la acción de estos entes, y el problema es que por muchos años en Chile así lo ha sido, el Estado privilegió que organizaciones sociales realizaran obras benéficas antes que hubieran políticas de Estado que institucionalizaran estas tareas.
El ejemplo más claro de todo esto fue cuando el diputado Diego Schalper declaró en televisión ante el propio Kretuzberger que realizara una “Chiletón” para ayudar a las familias neecsitadas en la pandemia, Schalper (diputado oficialista) parece que había olvidado que el Gobierno tiene el deber de garantizar que la ciudadanía cumpla con la cuarentena a traves de la distribución de ingresos de emergencia, pero no, ellos prefieren que Don Francisco haga su show de 27 horas, se luzcan los empresarios y el Gobierno, y al superar la meta estaremos todos contentos y emocionados cantando el himno nacional, titulando todo esto con la frase “Chile es un país solidario”.
Esa es la trampa de la Teletón, que sus principales adularores han instrumentalizado a la institución para ejemplificar que su modelo de sociedad es la correcta para avanzar hacia la justicia social, pero hemos visto en estos días de como la falta de un Estado que priorize los derechos más básicos de sus ciudadanos han desembocado en una crisis sanitaria, económica y social al privilegiar el economicismo extremo y las soluciones subsidiarias por las cuales se ampara el actual Gobierno y sus partidarios.
La Teletón deberá revisar esa relación “tóxica” con estos sectores en la futura discusión constitucional que se avecina, podrá ser la piedra de tope que le puede asegurar su existencia o en el caso contrario su transformación en un ente estatal, algo que desde esta tribuna no queremos.