Tras el estallido social del día 18 de octubre del año pasado, fuimos testigos de cómo la sociedad comenzó a experimentar cambios desde todas las perspectivas existentes, y la industria de las comunicaciones no estuvo exenta de todos los fenómenos posteriores a esta crisis política, económica y social derivada de la considerada por muchos “Primavera Chilena”.
Sin embargo, las esquirlas del estallido llegaron a algunos rostros que pasaron a estar en la mira de la guillotina del pueblo, cual París luego de la Revolución Francesa que quería ver a sus ex monarcas Luis XVI y María Antonieta y a muchos miembros de la Nobleza de aquel entonces, sus cabezas cercenadas en la guillotina.
Hablamos de rostros televisivos que tuvieron que forzar un exilio luego de los eventos que desataron la ira de un segmento de la población. Y no… no haremos mención a Patricia Maldonado y su congelamiento de MEGA. Aunque, todo confluye hacia el canal nueve de televisión de Santiago.
Fue como un cambio de disco duro, una quitada de venda lo sucedido con Karol Lucero. ¿Cómo fue posible que el niño mimado de la radio y la televisión durante una década entera cayera en desgracia inmediatamente después de los hechos del 18 de octubre? Porque lo sucedido con el ex “Karol Dance” no resulto ser la gota que rebalsó el vaso… fue un valde completo.
Durante mucho tiempo la sociedad toleró todas las “travesuras” del ex conductor de Yingo, comenzando por sus enredos amorosos en dicho programa que llevaron a que una de sus ex parejas, Natalia “Arenita” Rodriguez, tuviera un amago de suicidio. También está su comentado escándalo en plena transmisión de Radio Carolina producido en julio del año 2018 y que lo llevo a una tibia sanción de parte tanto de la radio como del programa Mucho Gusto donde estuvo trabajando hasta el año pasado.
Sin embargo, luego de los eventos del estallido, la ciudadanía (y ojo, digo la ciudadanía que suele confundirse con los “Tuiteros”) al parecer recobraría la memoria de todos hechos abusivos y escandalosos con los que el animador juvenil fue construyendo su carrera y no hubo conmiseración alguna. Consecuencia: Karol Lucero renuncia a MEGA y a Radio Carolina, iniciando un ostracismo de los medios de comunicación que se mantiene hasta el día de hoy, pero sin dejar de lado la polémica luego de estar involucrado en una estafa piramidal relacionada con el ámbito financiero.
Pero como dice Canaletti “y puede haber más” dentro del rancho de MEGA y nuevamente le toca a su matinal. Hace poco, un nuevo hecho provoca el escándalo de los televidentes, ahora con José Miguel Viñuela quien en plena emisión le corta el cabello al camarógrafo del programa José Miranda en un acto considerado por muchos dentro de las redes sociales como laboralmente abusivo. Y es que razón no le sobra al público que presencio este acto de abuso de poder, pues, el animador pasó a llevar la voluntad de otra persona en vivo y en directo. Las consecuencias: Viñuela es suspendido indefinidamente de la animación del matinal y se desata una crisis de confianzas dentro Mucho Gusto que ha llevado a varias renuncias dentro del equipo.
Ahora bien. Usted se preguntará qué relación guardan los acontecimientos sucedidos recientemente con Karol Lucero y Jose Miguel Viñuela. La respuesta deriva a un solo nombre: Alex Hernández.
Ambos son un producto televisivo de este polémico director de televisión que durante casi veinte años marcó la batuta del entretenimiento de las tardes en nuestro país, haciendo de ella una ventana para que los rostros de televisión ventilen su vida personal con el fin de entregar según él una “mayor autenticidad” a una pantalla que hasta fines de los noventa solo exhibía un envase frente a la cámara. Uno pensará que la meta de este director no es mala, y es verdad, a veces falta mostrar en televisión más a la persona que al personaje. El problema es que Hernández llevó este concepto al extremo y terminó generando precisamente lo último.
Tanto Mekano como Yingo, los dos proyectos mas controvertidos y exitosos del director, formaron su fama alrededor de la vida privada de los rostros que estuvieron en pantalla, y no hablamos necesariamente de los animadores. Los bailarines/modelos frente a las cámaras se convirtieron en referentes de un segmento de la juventud que los comenzó a idolatrar. Ejemplos de ello son la hoy alcaldesa Kathy Barriga con Ronny Dance, y Karol Lucero con la citada “Arenita”, los que apuntaron precisamente mostrar como eran las personas de la televisión como tal. Sin embargo, ello era una mala excusa para vender portadas de espectáculos del día siguiente y por supuesto, obtener la sintonía de su segmento en el día, y que permitió sustentar la larga continuidad de estos programas.
Todo este modelo que fue rentable en la primera década, le dio a Alex Hernández las llaves para dirigir los eventos mas importantes de la televisión en nuestro país como el Festival de Viña y la Teletón (principalmente su cierre en el Estadio Nacional). Pero, ese modelo con el cambio de década de a poco fue generando rechazo de parte de una ciudadanía mas empoderada sobre los medios de comunicación, más el auge de las redes sociales. A medida que las personas demandaban más de un sistema económico y social, sumado al auge del contenido propio a través de internet que proporcionaba más independencia creativa y de a poco sustituía a estos modelos de entretenimiento, la lógica de Alex Hernández no solo quedaba obsoleta, sino que también estaba en un completo entredicho, no solo por la actitud de los conductores formados a su alero, sino que su forma de ver el espectáculo ya comenzaba a molestar a un televidente que veía su modo de hacer las cosas como un insulto a la inteligencia.
De esto último, lo sucedido en el extraordinario show de Jamiroquai en el Festival de Viña de 2018 fue el corolario de su forma para hacer las cosas en televisión, cuando los telespectadores quisieron crucificarlo en plena plaza pública al enfocar mas a los rostros televisivos disfrutando del espectáculo en lugar de mostrar a la banda liderada por Jay Kay, quienes eran en ese momento el espectáculo. Es ahí donde el modelo televisivo de Alex Hernandez quien estaba habituado a enfocar los rostros de sus programas mientras sonaba música de fondo, murió para siempre y a la vez, le puso fin a su paso en el principal espectáculo musical del continente.
En la pasada década, a las mayores demandas ciudadanas en torno a una mejor calidad de los servicios educativos, de salubridad y jubilación, se sumó la búsqueda de una mejora en la calidad de los contenidos que ofrecen los medios de comunicación, sobre todo una televisión cuyo máximo exponente de la banalización ha sido precisamente Alex Hernandez. Si estos meses fuimos observadores de la caída de sus dos grandes hijos televisivos, tal vez, tras el plebiscito constituyente del 25 de octubre se marque el final definitivo para el artífice de Mekano y Yingo, luego que su productora aceptará realizar la franja de la UDI para la opción “Rechazo”. De concretarse la derrota de esta última, tal vez, ese otro negro antecedente en su curriculum entierre a la persona que en la primera década del nuevo mileno fue el amo y señor del entretenimiento de las tardes de lunes a viernes.