La semana pasada en una reunión de pauta del programa de K-Pop en el que colaboro para Modoradio comentaba sobre la abundante presencia de programas musicales y de entrevistas a los llamados “idols” en la televisión de Corea del Sur. Una de las panelistas del espacio, Alicia Álvarez, dijo en aquella instancia que una de las claves del éxito de la música asiática en el mundo ha sido el apoyo de la industria televisiva local. Muy por el contrario a lo que sucede acá, en donde los componentes del espectáculo suelen ser personas que tendrán cuerpo y mucho dinero, pero no asi la inteligencia ni el sentido común.
Y quizás ese es el gran problema del entretenimiento chileno, que no sale de los estereotipos ni de la búsqueda de artículos (para bien o para mal) ni de la bendita sintonía. Solo piensan en la gente joven cuando se les busca arruinar la salud mental y dejarles serias secuelas no tan solo en la imagen pública, como lo vimos con Angie Jibaja (cuyo cariño en “El Camionero” se fue de vacaciones indefinidas a Sri Lanka una vez que se metió a “Doble tentación”) y como querían repetir con otros rostros de su tipo.
Lo peor es que cuando aparece alguien con inteligencia, voz y talento, se le busca hundir como sea. ¿Se acuerda cómo mataron a Javiera Mena luego de su polémica con Alejandro Sanz en Viña 2006? ¿O como destrozaron a Cami Gallardo no solo después de su show en Viña 2019, sino que inventándole falsos luego de su performance en REC, lo cual le causó incluso la depresión por los lamentables comentarios que sufrió en redes sociales y por esa llamada “prensa negativa”? ¿Cuántos de esos personajes doy fe de que tienen en un altar a tanto personaje nefasto a los que la televisión les dio jugosos “sueldos de Madonna” siendo gente tóxica y con un deplorable comportamiento dentro y fuera de pantalla? Quizás ellos sin querer (pero parecía queriendo) son cómplices de la pobredumbre del showbusiness local, el mismo que vendió a rostros ligados a la farándula dura como gente “de esfuerzo” y sacrificio sin poseer ningún talento y cualidad.
Esa misma gente hoy centra sus misiles tóxicos contra artistas como Mon Laferte, Daniela Vega, Héctor Morales y Aline Kuppenheim, entre tantos otros, y solo porque han estado comprometidos con las causas sociales, se han mantenido críticos del actual gobierno y han estado junto a su público cuando había que estar. Y por el solo hecho de pensar distinto, en Twitter buscan hundirlos a como de lugar. ¿Con falsos? Por supuesto. Y no solo pasa ahora, sino que mucho antes, cuando salieron las acusaciones en contra de Gervasio justo en agosto y septiembre de 1988. O sea, en el 503 y en el 2000 también, pareciera que el fin justifica los medios.
Por cuestiones académicas y de ponderar en los vaivenes de la industria televisiva en los últimos años he tenido que analizar muchas notas de los ya fenecidos espacios faranduleros. Cuando El País habló de “el paraiso del pop” acerca de los artistas locales y mientras representantes mundiales de la voz musical femenina se disputaban el Hot 100, los espacios de farándula se dedicaron a vender con letras doradas un intrascendente logro de “Luli” Moreno en una feria de transportes en el norte del país, y hablaban de su mejor año, de que la estaba rompiendo y de que movía masas. Y ni mencionemos la musicalización de estereotipos muy de ese tipo de ciclos. Y todo eso lo mostraron como un triunfo absoluto, con más frescura que un freezer.
Entonces, el gran problema de la industria del espectáculo chileno es que los que sobresalen en la prensa muchas veces carecen de mérito alguno y cuando se dedican a cantar, lo hacen sin pretensiones serias de una carrera como lo suelen hacer las y los grandes de la música, y a los que quieren destacarse en serio se les ningunea y se les ocultan los logros. Ayer domingo, precisamente Cami actuó junto a otros artistas latinos en la versión online del “Cosquín Rock”. ¿Hubo alguna nota al respecto? ¿Se mostró, tal como lo hicieron en su minuto con Luli, como un nuevo triunfo y un logro para el desarrollo y la proyección de la música y el espectáculo local en los llamados “medios grandes”? No. Y ese es el problema. A usted le puede gustar o no, pero gustos más o gustos menos, silenciar un buen pasar de un artista nacional y esconderlo tras la alfombra es sin duda negar que se puede llegar alto sin insultar a nadie, sin hostigar, sin recurrir al odio ni a las toxicidades para estar en el primer plano. Pero cuando se trata de falsas noticias, son los primeros en publicar y en marcar pauta (y cuando se desmiente, ni siquiera se dignan en publicar la debida aclaración) y solo pocos medios están para apoyarla, y no precisamente por lucas sino que por convicción y por las ganas de destacar a quienes pueden aportar bien a la industria. Pareciera que los “medios chicos” son subvalorados injustamente, pero hacen la pega mejor que los “grandes”, y no es primera vez que pasa.
Para terminar, no exagero si digo que el mundo del talento (e inclúyase no solo a los cantantes, sino que al mundo actoral, del baile y de la cultura, insólitamente postergada como denunció Alfredo Castro hace unas semanas en CNN Chile) y el de la “chabacanería” son universos que no congenian en absoluto. Mientras los primeros logran destacarse sin apoyo de los consorcios multimediales (lo cual es bueno y malo a la vez), los segundos no contentos con ser los más populares y quedarse con el trago y las mujeres más bellas, intentan cual analogía de lo que han hecho en pantalla y fuera de ella, destruir a toda costa a los primeros, sacarlos de su camino a como de lugar y muchas veces sin motivo alguno. Y ese es el gran problema del espectáculo chileno.