El destape, proceso social y cultural que experimentan los países tras periodos de autoritarismo y conservadorismo, los mejores ejemplos de esta liberalización moral fueron los protagonizadas en España y Argentina tras el término de sus dictaduras y donde se pudo avanzar en temáticas importantes como romper el tabú de la conversación sobre la sexualidad o las discusiones sobre el divorcio, ambas aprobadas en los periodos de transición de estos países, tambien se abrieron espacio a medios de comunicación que buscaron realizar importantes aportes a la memoria histórica del país, revelando fragmentos ocultos del pasado reciente de aquellas naciones, medios como Interviú o Cambio16 en España y Página12 o ElPeriodista en Argentina fueron lideres en estas materias. Por último, la televisión, la música y el cine tambien se identificaron con este movimiento, abriendo paso a nuevas temáticas que transformaron a estas industrias.
Chile tardó en vivir su periodo de destape, solo este se hizo evidente tras la detención del general Pinochet en 1998, significaba la pérdida del poder tutelar que había tenido el exdictador en los primeros años en democracia, tambien esta apertura moral no fue posible tempranamente por el enorme peso experimentado por la Iglesia Católica gracias a su prestigio adquirido durante los años de dictadura como el enorme poder que tenía en medios de comunicación (el principal canal de televisión y algunas de las radios más escuchadas del país eran de propiedad de organismos eclesiásticos). Tras octubre de 1998 se abrieron rápidamente espacios que no solo se abrian a reinterpretar nuestro pasado reciente, sino tambien cuestionar el hasta entonces exitoso modelo de transición a la democracia. Pero el quebrantamiento de la moralidad conservadora no quedó atrás, el cine y la radio empezaron a mostrar contenidos vinculados a la sexualidad que provocaron una apertura de contenidos en sus agendas, el éxito de El chacotero sentimental tanto en su programa radial como en su película es un fiel ejemplo de esto. Pero la televisión quedó bastante rezagada en esta apertura, tanto por el factor de que tres canales tenían directa o indirecta relación a grupos conservadores y la televisión pública tenía en su directorio miembros que ponían grandes obstáculos a la exhibición de contenidos más osados.
El único canal que se escapaba de esta ola conservadora era Chilevisión, que lograba un inusitado éxito exhibiendo películas eróticas, fue Chilevisión tambien el canal que comenzó con la emisión de un nuevo género que evidenciaba este destape: la farándula.
Al parecer nuestro destape, que fue más tardío y tenue que los ejemplos señalados en el primer párrafo, se desvió hacia un sentimiento oculto dentro de los chilenos, pero que forma parte de nuestra cultura: el cahuín. La pérdida de inmunidad de las grandes figuras de poder (ejemplificadas con la detención de Pinochet) provocó la “desacralización” de las figuras de mayor renombre, entre las que se encuentran las figuras del espectáculo y del deporte. Ya en 1999 se evidenciaba tal efecto cuando los deportistas más destacados del país en aquel entonces (Ivan Zamorano y Marcelo Ríos) fueron objeto de escándalos involucrados con su vida personal, eran los primeros visos de la farándula que tanto repercutió en el Chile de la década siguiente.
La bola de nieve solo creció en los 2000s, deportistas, modelos, animadores y actores ahora ya no podían controlar su vida privada con un par de llamadas a algún periodista amigo, los viejos cahuines que corrían en estudios, pasarelas y canchas que tenían una pequeña figuración en la prensa, pasaron a ser motores de medios completos como fue el exitoso modelo del diario Las Últimas Noticias a partir del 2001, esto tambien se manifestó en el surgimiento de programas televisivos exclusivos al chimento. Destacados periodistas en décadas anteriores volcaron su labor en transformarse en opinólogos de la vida privada de los otros, muchos motivados en la premisa de que la farándula era un avance en la apertura moral del país, reitero, la desacralización de las figuras de poder en el país, lo que podía suceder en un futbolista podía pasar tarde o temprano con un ministro o un cardenal, la farándula entonces, podía ser un instrumento para la democratización de la sociedad, a lo más un mal necesario.
Pero pronto la farándula terminó copando las parrillas televisivas y desviando su supuesto valor dentro de la apertura moral del país, pasa a ser un elemento lucrativo y perjudicial para el desarrollo de una televisión aperturista, los medios gastaron importantes cifras de dinero para fomentar programación que generaría contenido para los medios faranduleros y se dejó de invertir en proyectos de mayor engrandecimiento de la industria, en fin la farándula terminó autofagocitando a la industria.
Si bien se buscaban objetivos “nobles”, la farándula terminó siendo una tranca a una mayor expansión del contenido crítico de la televisión, como una clara evidencia de como un mercado salvaje y sin límites éticos termina siendo perjudicial para los objetivos altruistas de la televisión. En conclusión, de las buenas intenciones se construye el camino al infierno.