El otro día estaba viendo una entrevista a Demi Lovato en la que hablaba de la “cultura de la cancelación”, de la cual ella fue víctima injustamente. Ahí dijo algo que es muy cierto, que todo lo que has hecho en internet hace quince, diez o cinco años queda, pero eso te sirve para aprender.
Cuesta no ponerse en el lugar de la intérprete de “Skyscraper”, ya que ella sabe de lo que habla: Hace algunos meses no más fue víctima de una falsa noticia, ya que en redes sociales le inventaron que tenía un Instagram oculto en donde supuestamente se burlaba de Selena Gomez, lo cual fue desmentido en el acto. Sin embargo, no es primera vez que a la oriunda de Albuquerque la difaman. Y solo para sostener un odio.
Lo mismo pasa con los fans de Britney Spears que derechamente inventaron que Katy Perry se había referido a la ídola en malos términos en unos Grammy, siendo que se refería a otra cosa. Y así podríamos seguir…
Anoche después del programa donde soy panelista en Modoradio, vi una serie de Instagram Stories de la influencer y gamer “iCata”, en donde estaba visiblemente afectada por una seguidilla de mensajes hostigosos en contra suya, llegando casi al llanto y pidiendo por favor que dejara de hacerlo.
Sin duda que estos casos hacen pensar sobre hacia qué dirección van las redes sociales, si de verdad están haciendo un aporte para denunciar lo malo de un país o derechamente van a terminar siendo “policías del pensamiento” en torno a cualquier tema. En Twitter, puntualmente, muchos se sienten con el poder de vigilar con quién eres amigo, si hablaste de un tema en específico o no, te insultan por todo. Se perdió la capacidad de diferir en el marco del respeto y la sana convivencia entre las partes, insultándote y tergiversándote hasta quienes están de acuerdo contigo. Y es que yo mismo he sido víctima de aquello.
Muchas veces por hablar de la necesidad de ver cantantes en televisión me han dicho que poco menos que quería imponer gustos, cuando en realidad eso haría bien a muchos televidentes no solo por el tema del talento, sino que por salud mental. ¿Porque qué haría bien? ¿Ponerse a ver a la Cubillos, Lavín o cualquier político nefasto en matinales o programas de conversación solo por pasar rabia o ver una serie o un artista en la plataforma que sea? ¡Lo segundo pues! ¡Y yo he sido crucificado por aquello! ¡Y muchas veces por poner a contrapeso a los cantantes con quienes la televisión chilena acostumbra a poner en un altar de su credo particular!
Entonces a esto me refiero cuando en las redes sociales se dirige el odio a quien realmente no lo merece, lo que habla de que la llamada “cultura de la cancelación” ha tomado ribetes ridículos en torno a quienes van dirigidos los dardos. Muchas veces se llega a cancelar a un artista por cosas que son lisa y llanamente una tontería, algo que ni siquiera define a una persona por su actuar, como es el caso de Demi, Katy, Cami Gallardo o cualquier otra artista. Y nunca vamos a saber qué pasa realmente con ellos, a excepcion de las tres que acá mencioné que han sido súper transparentes con sus estados emocionales, y eso está bien porque eso demuestra que por mucho que sean famosas, también son humanas.
Tengamos cuidado con quién dirigimos el odio, porque tal vez esa persona ni siquiera tenía la culpa. Y eso ya ha pasado.