Quedan menos de dos meses para el Plebiscito que decidirá el futuro institucional del país y ya ha iniciado la campaña oficial a traves de diversos medios (internet, radio y vía pública) mientras que la franja por televisión se iniciará el 25 de septiembre. Ya hemos visto ademas de diversos avisos a traves de redes sociales y avisos radiales de como no existe una uniformidad entre los grupos políticos que apoyan cada una de las posturas y esto se hace más evidente en la opción “Apruebo” donde existe una variedad de enfoques que muchas veces terminan siendo divergentes.
Pero esta columna no se quiere refierir ni al análisis de cada una de las campañas sino remarcar una figura que fue decisiva para el triunfo del No en 1988, no tanto en el éxito electoral sino en entregar una confianza en el elector; hablamos de la presencia de Patricio Bañados.
Bañados, uno de los pioneros de la televisión chilena era sin dudas una de las figuras más respetables de nuestra industria, debido a sus desavenencias políticas, Bañados fue progresivamente marginado de la televisión avanzada la dictadura, pasó de ser uno de los rostros estelares a pasar a una semiclandestinidad en la industria presentando documentales en canales pequeños o protagonizando comerciales, pero la credibilidad no perdía peso en el tiempo y fue la voluntad de don Patricio y el buen casting del comando del No el que llevaron a que Bañados fuese el presentador del microprograma que la oposición preparó en el bloque obligatorio en televisión que se implantó para esa campaña.
Bañados entregó durante su participación en la franja un elemento altamente necesario para el votante opositor, la confianza de que su voto sería secreto, de que el proceso electoral será transparente, que los votos serán escrutados por organismos autónomos y que existirá una red de apoderados que defenderán la transparencia del proceso electoral ante cualquier obstrucción provocada por el régimen. En conclusión, evitar la sensación generalizada en una parte de los votantes de un posible fraude tanto en el proceso de votación como en el conteo de votos. Los consejos que don Patricio hacía cada noche más que buscar nuevos votantes era convencer a un público que no tenía la certeza de la legitimidad del proceso y la tranquilidad de que el triunfo del No iba a ser respetado por las autoridades. El 5 de octubre de 1988, los chilenos manifestaron ante el país y el Mundo que no querían la continuidad de Pinochet en el poder y así transitar hacia la democracia, el mensaje de Bañados se hizo carne y la madurez civica de los chilenos fue admirado internacionalmente.
Han pasado 32 años de aquella gesta ciudadana, y si hoy ya no enfrentamos un proceso que presente vicios por su legitimidad o su manipulación por parte del gobierno central, nuevamente existe un temor generalizado por los chilenos, este es el Covid-19. Miles, sino millones de ciudadanos presentan la disyuntiva de acudir a sufragar el 25 de octubre con el temor de poder ser contagiados con el coronavirus, algunos por edad y otros por haber sido contagiados por el virus no tienen certeza de emitir su opinión democrática en el voto, y ese es un problema.
Y se suma el problema cuando las instituciones que deben asegurar el buen desarrollo del proceso electoral (tanto el Ministerio de Salud como el SERVEL) no han sido capaces de llegar a soluciones para el voto de los contagiados activos por el Covid y que pretendan votar, como tampoco ha habido hasta el momento una vocería potente para garantizar a la población que el proceso tendrá las condiciones sanitarias para sufragar con tranquilidad, y es aquí donde la figura de un Patricio Bañados hace falta. No es que se recurra nuevamente a don Patricio, sino buscar a alguna figura que tenga alto alcance ciudadano que llame a los ciudadanos a votar, aludiendo a que el proceso contará con las garantías higiénicas necesarias para evitar los contagios y que el máximo de electores pueda acudir a votar, no estoy pensando necesariamente en una figura de la televisión (cuya credibilidad de rostros manifiesta una notable caída) sino en un grupo de personas de alta confianza pública que día a día, independiente de la opción política que profesen, llamen a la tranquilidad y a la convicción de que la ciudadanía acuda a votar en masa.
Hace 32 años el adversario era el gobernante y su capacidad de intervenir el proceso plebiscitario, hoy ese adversario es un virus invisible pero poderoso que provoca el temor en la ciudadanía, para evitar esa sensación de desconfianza es necesario una campaña potente con rostros creíbles que tranquilicen al elector y que haga posible una votación masiva de la ciudadanía. La figura de un Patricio Bañados nuevamente se necesita para garantizar un proceso exitoso, un proceso que asegure la necesaria legitimidad ciudadana para que transite por un buen camino, esperemos que los organizadores del plebisicito y las mismas opciones en disputa escuchen este mensaje.