No es normal, por ningún motivo. Nunca en la historia de nuestra pequeña pantalla, ni en el climax de la llamada “farándula dura”, se llegó a tal nivel de violencia física y psicológica, y las cifras de denuncias del CNTV así lo demuestran. Casi diez mil denuncias ante el organismo certifican el año con los contenidos más polémicos y denigrantes que jamás se haya tenido.
Cierto, hay una tendencia al alza durante los últimos diez años (¿casualidad?) y aún con una supremacía de calidad pueden haber denuncias, pero no las cifras casi exhorbitantes que hoy existen y que dan cuenta desde la casona de Calle Mar del Plata, con Canal 13 y Mega liderando en el mal gusto y en el sobrepaso de los límites éticos y profesionales.
Asi como la televisión del 2010 fue afectada por el 27-F, este año ha sido duramente carcomida por el COVID-19 causando grave perjuicio a la oferta programática, con una excesiva duración de matinales y noticieros de la tarde y central, la cual no hace ni de cerca bien. Nuevamente se marginaron a los artistas musicales, “Rojo” está en hiatus, y ahora los contenidos polémicos no vienen de la mano de “pseudo-divas” sino que de algo peor: De políticos que tal vez usted, con su voto, eligió para tramitar leyes o para gobernar comunas y no para pasear de matinal en matinal.
Pareciera que quien manda es el proseletismo combinado con la “mala fortuna”. Asi como Canal 13 en su afan de posicionar en cuanto programa tenga a Joaquín Lavín cometió un sinfin de yerros y errores dolosos en la polémica reapertura del Apumanque -que propició el peak de contagios de la pandemia-, el pasado fin de semana se exhibió una nota con el día a día de Sebastian Sichel, horas antes del hackeo hacia BancoEstado que causó la molestia de miles de clientes de la entidad bancaria. Si eso no es mal timing, no sabemos qué puede ser entonces.
Volviendo a la violencia, la mayoría de las denuncias del CNTV dan cuenta de una excesiva vulneración de los derechos humanos tales como la dignidad, la discriminación, la discriminación física y psicológica, el trato abusivo y denigrante hacia la mujer y el daño de la imagen hacia una persona. Sin duda que el organismo liderado por Catalina Parot debería ya tomar cartas en el asunto y ponerle el cascabel al gato y crear un “mutuo acuerdo” con los canales para que haya un compromiso real por mejorar los contenidos de la televisión abierta y dejar de lado el tratamiento sesgado, violento y morboso de, por ejemplo, sucesos relacionados con crímenes hacia las mujeres, peleas de faldas entre familias de famosos y discusiones sobre política en matinales que al final no conducen a nada bueno, asi como también de acciones concretas para subir el nivel de la oferta programática en horarios de máxima audiencia con contenidos que realmente sirvan.
Asi como también, y ya que estamos en miras de un Proceso Constitucional, de ganar el Apruebo debería ya empezar a trabajarse en indicaciones que protejan la dignidad de cualquier persona que habite nuestro país, y que la Carta Magna de pie para una Ley de Medios que no solo controle la concentración en mercados como la radio y las publicaciones escritas, sino que también norme la duración de ciertos espacios como matinales, informativos, programas de farándula y fije un horario para el inicio del primetime y el término máximo de un espacio estelar (que no puede terminar más allá de las 00:30 horas a nuestro gusto), sumado a una franja en un día en específico con series financiadas por el mismo CNTV.
La preocupación por los contenidos que se transmiten debería trascender opiniones como las de esta editorial. Como dato: En 1996, en los Premios Emmys, miles de actores criticaron la excesiva violencia que se mostraba en noticieros locales y en espacios de “talk show” como los de Maury Poveda o Jerry Springer, mientras que el entonces ocupante de la Casa Blanca, Bill Clinton, bautizó a la tele como “la caja boba”. ¿Veremos algo así en nuestro país? Un consejo: No se vale quedarse callados y no basta solo con cambiar de canal o apagar el aparato -aunque siempre es recomendable en ciertos horarios por salud mental-, porque cerca de diez mil denuncias por el contenido de la televisión no es normal en cualquier país, por mucho que haya crisis.