Hace un año atras en esta misma tribuna hacía cuenta de los denominados tres enfoques noticiosos que establecen los canales de televisión; en ella se desprendía un enfoque de alta política (expresados principalmente en los programas políticos), temas mixtos insertos en los noticieros y una agenda sensacionalista cuyo principal soporte son los matinales. Ha pasado un año de esta columna y a pesar de algunos nuevos elementos en estos programas (surgidos más bien por la contingencia noticiosa) este sensacionalismo permanece inalterable en los programas matutinos de los cuatro principales canales de televisión.
Ver las primeras dos horas de los matinales se dirigen exclusivamente en hechos relacionados a la delincuencia; inspecciones en toque de queda, reportajes sobre bandas delictuales y perfiles de narcotraficantes son diariamente emitidos en estos programas. Esto puede verse alterado cuando suceden hechos policiales de alto impacto como fue la desaparición de la adolescente Ambar o la agresión sufrida por el abogado Hernan Calderón en manos de su hijo. En fin, estas primeras horas solo se radican en hechos policiales de impacto.
Desde este sitio siempre se ha hecho una critica hacia este tipo de contenidos, si bien podemos percibir que los noticieros han dejado de presentar estos contenidos con la espectacularidad que tuvo la década pasada (en especial por el contenido de Chilevisión Noticias) estos han sido relegados al espacio matinal donde han recobrado su importancia dentro de los perfiles noticiosos. Pero nuestra crítica no solo tiene que ver en el sentido de como se han transformado los matinales en Chile (desde programas de entretención y servicios para pasar a ser un nuevo espacio informativo) sino en el enfoque de como los canales de televisión se enfrentan en transmitir los temas relacionados al mundo de la delincuencia
No podemos como televisión obviar los hechos delictuales en Chile, estamos enfrentados a una realidad donde el narcotráfico ha permeado en la vida diaria de las poblaciones marginales del país, la narcocultura, antes vista como un hecho lejano de otras latitudes, hoy es una dolorosa realidad percibida por miles de personas que ven en el mundo del narco la única forma para poder sugir económicamente y lograr alcanzar cierto status social. No podemos tapar con la alfombra el flagelo de la delicuencia y el narco en Chile como algunos sugieren de una manera casi inocente. El tema es como dar una correcta cobertura a estos hechos.
Y es que a diferencia del Rey Midas que todo lo que toca se convierte en oro, los matinales tiene la cruel facultad de convertir todos los contenidos en excremento, así las notas sobre delincuencia son informes eternos que muchas veces se repiten un par de veces en el mismo programa y se vuelven a transmitir otro día, así estos reportajes se vuelven hastiantes y con poca facultad de poner en atención los factores sociales que desencadenan esta gangrena social, aquí solo se busca la espectacularidad de imagenes y música que alcance la atención del televidente, con poco debate y altura de miras para analizar los transfondos de una sociedad cada vez más violenta.
Es menester de los canales de televisión reenfocar estas latosas coberturas y buscar un modo de explicar los factores y causas que llegan a producir estos hechos, tal vez esto no es atractivo para las televisoras porque muchas veces se concluyen en verdades incómodas que mejor es pasar de largo, tal vez por eso tanto el Estado como las agendas noticiosas solo buscan solucionar el flagelo de la delincuencia solo con la llamada “mano dura”.