Nos gusta la buenísima recepción que lograron los seis capítulos de “Héroes invisibles”, la serie que esta semana transmitió Chilevisión en horario estelar y que narró la historia de Tapani Brotherus, diplomático finlandés que acogió en su embajada a varios perseguidos por la dictadura militar.
Durante sus tres emisiones, la coproducción entre el 11.1 y la cadena estatal finlandesa Yle estuvo figurando en el segundo lugar, lo suficiente para ganarle por ejemplo a la novela turca “Fuerza de mujer” que transmite TVN y a las repeticiones en el trasnoche del polémico reality de Mega “Volverías con tu ex”. Sumado a ello, compitió en el vice punto a punto con “Mírame, lo que nunca te dije” que encontró al hijo de Tucapel Jimenez con el hijo de uno de los asesinos del líder sindical.
Es inevitable recordar lo terrible que fue la década pasada para la industria de las series nacionales: Fuera de “Los 80”, ninguna destacó porque le tocó un tiempo en el que la banalidad y la frivolidad dominaban los gustos de los telespectadores y, asimismo, los presupuestos de la industria. Recuerdo una columna de La Tercera en la que destacaban que “Los archivos del cardenal” perdió contra la emisión de un reality de Canal 13 y del aberrante estelar farandulero de Mega, “Secreto a Voces”. O cuando la misma cadena naranja optó por privilegiar el teleencierro “Mundos Opuestos” en vez de la tira “Vida por vida”, que fue programada un miércoles casi a la medianoche.
Pero acá la situación cambió en 180 grados: “Héroes invisibles” no solo contó un relato sobre el horror que se vivió durante los primeros años dictatoriales en nuestro país -y justo coincidiendo con un nuevo aniversario del 11 de septiembre y la proximidad del Plebiscito Constitucional-, sino que también destacó por su excelente narrativa visual, que es un sello de la televisión nórdica. La misma que, al ser países pequeños, una ley exige colaboración en producciones dramáticas, dando como resultado una competencia de igual e igual con la mismísima y poderosa industria norteamericana.
Y además le da un mínimo de calidad a nuestra alicaida pequeña pantalla, que lamentablemente sigue siendo ínfimo y en el que los fondos del Consejo Nacional de Televisión permiten que se mantenga esa cantidad, que debe seguir creciendo y mucho más con el éxito de esta producción.
Sin duda que deben haber incentivos para que los canales abiertos, o al menos los grandes, puedan seguir produciendo contenidos de gran valía. Mega se alió con Amazon Prime Video para lanzar su nueva serie “Dignidad” que relatará los hechos ocurridos en Villa Baviera. Usted y cualquiera puede ver en la mencionada plataforma otras ficciones nacionales como “Preciosas”, “El diario secreto de una profesional”, “Irreversible” y la ya citada “Vida por vida” -y aun así, Tamara Acosta que fue una de sus protagonistas tocó el bombo por la farándula dura-.
Y además, como sitio, nos gusta que haya tenido éxito. ¿Por qué? Porque francamente estabamos aburridos de tener que hablar solo de aspectos negativos de la TV chilena. No es bueno porque además de que es monotemático, da la impresión a la gente que nos lee de que la televisión chilena no puede producir contenidos de alta calidad. Y otros más desaforados creen que lo que hacemos es poco menos que “torpedear” o “poner palos en la rueda” a la industria televisiva, o sea, intentar destruirla. Para nada. Lo que menos buscamos es la destrucción de la pequeña pantalla.
Lo que nosotros si queremos es que vuelva a ser la industria fértil y robusta que fue en otros tiempos. Debe haber acciones que contribuyan a tal fin: Desde un bloque exclusivo en los cuatro (o cinco) canales con solo series del CNTV para alimentar la sana competencia e impedir que suceda lo que siempre ha pasado en la década pasada, hasta leyes como las europeas que contribuyan al fortalecimiento de la industria de la ficción nacional, que cuenten historias basadas en hechos de actualidad pero que también se innove en otros géneros como la ciencia-ficción, la comedia y las visiones múltiples de lo que es nuestra sociedad. Junto con un compromiso de mutuo acuerdo entre el organismo de Calle Mar del Plata con los ejecutivos de las cadenas para mejorar las coberturas de femicidios o hechos policiales, de inicio y término del horario prime a una hora acorde con la salud mental de nuestros televidentes, reducción de contenidos donde haya violencia física y psicológica -otro de los temas que deberían preocuparnos a quienes observamos la industria desde un punto de vista crítico- y difusión de las artes, las culturas y los intérpretes de varios estilos musicales.
La TV chilena en este año ha sido pésima en todo sentido y han habido escasas cosas buenas, entre las que se cuentan el nacimiento de TV Educa Chile y “Héroes Invisibles”. Ojalá que una vez con vacuna en mano y aplicada en la población, también haya un alza en contenido y en calidad, la industria saldrá ganando.