Según una encuesta realizada por Cadem revelada el pasado 21 de septiembre, el modelo económico ideal para los chilenos no es precisamente Venezuela, Bolivia, Cuba, China ni mucho menos Estados Unidos: Es Australia, Suecia Nueva Zelanda. Si, los países de Oceanía que actualmente están gobernados por fuerzas de centro-izquierda.
Si bien se hablaba de modelos económicos, nosotros nos vamos a enfocar precisamente en modelos televisivos, cuyas historias son muy interesantes de reseñar.
Para empezar, la televisión de la tierra de los canguros, creadora de formatos como el recordado “Esto es Supermatch” e impulsadora de estrellas reconocidas en el mundo entero como Kylie Minogue, es 100% descentralizada. Por ejemplo, el noticiero central de Seven Network en Sydney no es el mismo que se ve en Melbourne, y solo dura a lo sumo treinta minutos o una hora. Los matinales más importantes son “Sunrise” y “Today”, quienes solo duran dos o tres horas con un factor común: Son una mezcla de como deberían ser todos los shows de ese estilo 50% información, 50% entretención. Sin sobrepoblación de políticos nefastos ni mucho menos contenidos negacionistas ni polémicos como los del tenor de “Bienvenidos”.
El primetime australiano no es horizontal como el nuestro, sino que privilegian una mezclodanza entre series locales y lo mejor de la ficción de Estados Unidos, sumado a los cotizados programas de talentos como “The X Factor”. Tampoco privilegian su programación con escándalos ligados a la farándula dura, es más… ¡Allá no hay farándula dura! Los “canguros” saben, como toda industria televisiva potente, que privilegiar inventos mediáticos no les sirve ni siquiera para forjar una subindustria a partir de otra industria como acá, sino que algo mucho más equitativo. Por lo mismo allá ni siquiera hay espacios del tipo “Primer Plano” o espacios como “SQP” o el actual “Me Late”.
Los australianos tienen una televisión pública fuerte y robusta: La ABC. Si nos dirigimos a Wikipedia, la Australian Broadcasting Corporation “se trata de una compañía financiada con el dinero del contribuyente australiano e independiente del poder político y económico”. ¡Imagínense! Una televisora pública que se financia con impuestos y a la vez independiente, el sueño de todo el mundo. “El órgano directivo es el Consejo de Administración (ABC Board), cuyo cometido es salvaguardar la independencia editorial, la integridad de la corporación y el cumplimiento de la Ley Audiovisual en vigor”, que de seguro son gente ligada a los medios de comunicación y no políticos como el directorio de TVN que tan mal le ha hecho en el último tiempo a la estación. De hecho, lo son: “Los interesados deben acreditar experiencia en medios de comunicación, o bien en finanzas, o bien en cualquier otro campo relevante para la radiodifusión pública”.
“Además existe un Consejo Asesor (Advisory Council), formado por doce miembros representativos de la sociedad australiana, que supervisa la programación y el cumplimiento de servicio público”, o sea, un defensor del espectador pero con muchos más esteroides, algo que vaya que hace falta por estos lados.
Otro aspecto admirable es su televisión digital: Aparte de los canales tradicionales -los cuales, reitero, transmiten de forma descentralizada para cada región- están las “subestaciones” que pueden contar con contenido cultural, factual (9Life), infantil/juvenil (9Go!, 7Two, 10Peach, 10Shake, ABC Kids) o deportivo (7mate, 10Bold). E incluso educativo, como lo que viene haciendo ABC Me.
Como puede apreciar, Australia ha creado una televisión más que admirable, en todo sentido. Su calidad de vida, su modelo económico y su profesionalismo a la hora de hacer televisión es algo que sin duda debemos tomar. No copiar del todo, pero si adaptar lo mejor para si llenar de progreso la industria televisiva local. Porque debemos, porque podemos.