Si el actual panel del programa A esta hora se improvisa se hubiera replicado en un espacio similar en la década de los noventa y aún en los años 2000, podría haber sido un reflejo de una transversalidad bastante amplia de los grupos ideológicos de nuestro país, hoy no podemos decir lo mismo, la sensación es que quedan varios participantes debajo de la mesa.
Y es que la política en Chile a partir de la segunda mitad de la década del 2000 pasa a tener un mayor impulso de sectores que iban más allá del binominalismo surgido en los albores de la Transición, primero fueron los llamados “díscolos”, y luego los movimientos ciudadanos los que generaron un remezón importante en la vida política del país, provocando así mismo un importante re impulso a la movilización social reflejada en las protestas que pronto se hicieron una tónica constante de nuestro país en la década del 2010.
Mientras tanto, la televisión seguía con el mismo modelo adoptado en las décadas anteriores, o sea un enfoque “elitista” a la discusión de los temas públicos, reflejados en espacios de menor audiencia o enfocados a cierto tipo de público. Pero cada vez más este modelo de televisión estaba siendo criticado por un cada vez más extenso sector que no tenía la misma oportunidad de reflejar sus puntos de vista a través de la pantalla chica.
Y es que a través de de diversos sectores, o desde las asambleas universitarias, grupos de presión provenientes del activismo o la academia, se fortalece un mundo decidido a ganar mayores espacios en el debate público. Este mundo se amparó fundamentalmente en los medios alternativos (algunas radios como las universitarias o algunos portales de internet) o en las aulas universitarias que volvieron a generar una masa crítica potente, pero que a diferencia de la década de los sesenta y principios de los setenta, no tenían el impulso de las estaciones televisivas para reflejar sus puntos de vista, primero porque los canales ya no pertenecían a las casas de estudio superiores, y porque tampoco a las televisoras les interesaba muchos tener a estos grupos en sus plataformas, porque muchas veces contradecían a las agendas establecidas por los nuevos controladores de las estaciones.
Por tanto se atisbaba una “grieta” profunda en las agendas que emanaban los principales medios de comunicación versus los cada vez mayores grupos opositores a la política binominal surgida en el país, todo esto se acumuló como una bola de nieve hasta llegar al 18 de octubre de 2019, donde la clase política en general se vio despavorida ante un inesperado estallido social que se creía imposible de generar en un país como el nuestro, es así como los medios reflejaron una conducta contradictoria que pasó desde la interpretación del estallido como un hecho puramente delictual, hacia una apertura hacia ejes de mayor connotación social, pero hechos más bien en “en el camino” y con una intensa campaña pública de desprestigio hacia los medios.
Y llegamos al panorama actual, de un altísimo descrédito a los medios convencionales, pero a la vez un interesante surgimiento de medios alternativos amparados principalmente por las casas de estudio, hablamos tanto de Santiago TV, de la Universidad de Santiago como el proyecto que la Universidad de Chile abrirá este mes. Ya existen críticas de algunos sectores que califican a estos espacios como tendenciosos hacia sectores progresistas, tal como lo han demostrado los proyectos de la USACH o la revista Palabra Pública de la casa de Bello, pero seamos francos, estos medios realizan un aporte enorme para que los sectores que buscan influencia tengan un espacio mínimo en las esferas públicas y así generen masa crítica, por lo que el mote de “izquierdistas” es más por defecto que por una motivación de las casas universitarias de presentan una agenda progresista en la realidad nacional. Simplemente buscan ser ventanas de expresión de un sector cada vez mayor que no está de acuerdo de como están compuestas las actuales esferas de decisión en el país. De todos modos, esta idea de tildar medios con una postura ideológica me parece negativo, ya que llegaremos a la inevitable situación ya experimentada en varios países donde un público se informa exclusivamente a través de medios que le entreguen su visión preconcebida de la realidad en vez de tener medios que puedan recopilar una varias configuración de ideas y posturas, y que sea el televidente quien tenga la ultima palabra.
A pesar de cierto pesimismo existente en la conducta de los medios hegemónicos, existe la voluntad en medios como CNN Chile de tocar temáticas de mayor complejidad y que no son agradables para el poder económico, espacios como 360°: El Modelo en debate se enfoca a analizar con académicos vinculados a esferas alejadas al circulo de intelectuales que normalmente recurren los grandes medios para analizar los problemas que aquejan al país, ya no solo son economistas, sino una variada serie de profesionales los que cada semana entregan una visión crítica y alejada a la recurrente visión de ciertos grupos cuyas percepciones de realidad están puestas en entredicho desde el estallido social.
Lo que viene es muy interesante, la discusión de la nueva constitución tendrá sin dudas un importante acapite referido a la los medios de comunicación, y creo que habrá una interesante confrontación entre dos principios; la libertad de prensa versus el sentido público que tienen los medios, sobre todo en lo referido a la televisión de libre recepción. Lo importante es que para ambas posturas existen argumentos de peso para defender tales posturas. Por un lado está la posición de que los medios no pueden ser intervenidos por una normativa que amenace los principios editoriales que persigue el medio, la contraparte podrá establecer que los medios, independiente de su propiedad cumplen un rol público, y en especial la televisión, que utiliza el espectro radioeléctrico público para operar y que por tal razón debe obedecer a principios mínimos de pluralismo en sus contenidos. Esa será la situación que enfrentará los medios masivos en Chile.
Desde esta tribuna, lo aconsejable es que los medios, independiente de sus controladores, no esperen que una norma les regule lo que deben ofrecer al publico, sino que ellos conciben que la realidad chilena ha cambiado, que hay nuevos actores en las deciones públicas y que es preferible tenerlas dentro del mainstream antes que protesten por no tener figuración en las grandes pantallas, sin dudas que esto afecta a algunos grupos interesados vinculados a las estaciones de televisión (desde anunciantes, grupos de presión política o los mismos controladores) pero tal acción podrá engrandecer la misión de estas estaciones, tornándose espacios para que la ciudadanía se refleje a través de los contenidos emanados en la pantalla chica, es un anhelo que espero que se cumpla.