Estamos condenados a tiempos interesantes, desde el 2019 a la fecha que la discusión política, antes reservada a espacios protegidos en televisión, ha mutado a estar presentes en los espacios de mayor sintonía como es el caso de los matinales. Esta noticia a prima facie debería alegrarnos porque al fin la televisión ha entendido el papel de la política en la vida ciudadana, pero pronto esa ilusión se diluye por un temor más grande: que la discusión política se rige bajo los cánones de los aun no olvidados espacios faranduleros.
No es necesario ir tan lejos para comprobar este síntoma, Argentina, la tan amada y odiada Argentina es el ejemplo de como los debates políticos pasaron de espacios equilibrados y con la presencia de talentosos y quisquillosos periodistas, a transformarse en un remedo de los espacios de chimentos relativos al mundo del espectáculo, solo que las vedettes y figuras provenientes de la farándula argentina pasan a ser personajes provenidos del terreno político o económico, que más que ser llamativos por sus planteamientos, acaparan su atención por sus perfiles provocadores y agresivos en contra de sus adversarios, así la televisión argentina ha impulsado la popularidad de figuras que solo agudizan la llamada “grieta” sociopolitica que experimenta el país trasandino, estas figuras han encumbrado tan alto que incluso son referentes para otros países, incluidos el nuestro, tal vez la figura más llamativa de esta farandulización de la discusión política es la del economista Javier Milei, autodenominado “libertario” y que entre sus planteamientos aboga por la abolición del Banco Central como regulador de la circulación monetaria del país, pero sus mayores atributos radican en su perfil provocador y grosero para encarar a sus adversarios, así sus intervenciones en diversos espacios son altamente reproducidos en redes sociales y lo han transformado en un símbolo para el cada vez mayor mundo “libertario” en Latinoamérica.
Volviendo a lo nuestro, nuestra televisión aun no llega a los niveles de espectáculo generado por espacios como Intratables en la Argentina, pero existen ciertas orientaciones en el debate político en matinales que llaman a la preocupación. Matinales como Bienvenidos y especialmente Contigo en la Mañana (el espacio matinal más visto y con mayor credibilidad) privilegian participantes provenientes de los extremos ideológicos o que llaman la atención por su actitud provocativa o complaciente al espectáculo en sus intervenciones, así rostros como Ivan Moreira o Camila Flores tienen destacada participación en los matinales chilenos, teniéndolos muchas veces en estos foros por su potencial de generar alguna discusión acalorada con sus oponentes más allá de alguna discusión de ideas donde predomina la sana convivencia democrática, si bien pocas veces se ha llegado a situaciones escandalosas como en Argentina, existe por parte de los programadores una vocación casi perversa de invitar a personajes que podrían ocasionar alguna discusión con alta calibración, tal vez el ejemplo más claro de todo esto es la intervención de Hermogenes Perez de Arce en Bienvenidos donde desconoció los delitos de lesa humanidad cometidos en la dictadura cívico militar.
Los matinales privilegian así una discusión que deviene en festín mediático antes que una vocación real de contribuir a la formación política de la ciudadanía.
También dentro de esta lectura “farandulezca” está la posición de Julio Cesar Rodriguez, el carismático presentador del matinal de Chilevisión, que si bien ha engrandecido su imagen de comunicador al encarar a la clase política, esto lo hace bajo la figura del “hombre común de la calle” más que de un avezado periodista, esta mirada del “hombre de la calle” si bien atractiva en estos días de desconfianza con las elites, termina convirtiéndose en la figura que envía a los políticos al paredón, sin posibilidad de posicionarse bien ante el público y que asiste al espacio con la perversa convicción de ir a ser humillado por un personaje que podría demostrar su capacidad de periodista agudo y profesional, pero que termina privilegiando la descalificación pero “con respeto”, usando sus propias palabras, a los entrevistados, hay una demostración clara de desequilibrio negativo a los políticos y no un espacio donde pueden plantear sus ideas.
Es así de como se configura una peligrosa combinación entre espacios que privilegian a figuras que buscan la figuración y la polémica más que el debate informado y equilibrado, y figuras periodísticas que más que dirigir los espacios hacia una sana confrontación de ideas busca humillar a los políticos en su cara, es verdad que el periodismo político necesita de rostros que van más allá de preguntas de buena crianza, pero otra cosa es maltratarlos de una manera bastante sutil. Eso no se si ayuda a engrandecer la democracia, sino que favorece a aquellos grupos que prefieren la polarización o por otro lado, quieren mantener viva la idea del “momento populista”, con un eterno enfrentamiento con las elites, en vez de construir un espacio político donde las elites se relegitimen e incluyen nuevos espacios de participación social dentro de las esferas de tomas de decisiones, personalmente eso es lo que espero de la discusión constitucional que se llevará a cabo desde este año y que comienze a morigerar la desconfianza por la política y los políticos. Pero para eso es necesario que a televisión realmente se comprometa a debates con mayor contenido crítico, con un mejor nivel de periodismo y que no caigamos en la imitación de los paneles faranduleros, solo que reemplazadas por políticos.