Durante horas de la tarde de ayer (12 de enero) se proyectó en la Torre Entel una nueva intervención de DelightLab, pero esta vez, demandando más apoyo para quienes se han sacado la mugre en tiempos tan difíciles y convulsionados como el nuestro: La música chilena.
Desde la semana pasada varios artistas han demandado mayor apoyo por parte del estado para con los cantantes y grupos musicales, quienes desde el fin temporal y prolongado de los conciertos en vivo debido a la pandemia, han visto como sus ingresos han bajado considerablemente, asi como también la industria de los conciertos se ha visto seriamente afectada. Los mismos trabajadores de dicho ambiente acusan que fueron los primeros en parar y, si quienes manejan el país no actúan a la brevedad, serán los últimos en volver.
El jueves pasado se realizó una manifestación por parte de los ya citados cantantes en la sede de la SCD, asimismo, se desplegó un lienzo en el Puente Condell para exigir más apoyo para ellos. Dicha manifestación no tuvo una sola mención en los canales abiertos, quienes siguieron hablando de sucesos como la fiesta clandestina en Cachagua o los líos de faldas de determinados políticos.
Durante la jornada de ayer no cayó nada bien en el ambiente la noticia de que el Gobierno ha otorgado nuevas restricciones durante la Fase 2, como por ejemplo, prohibir las actuaciones de cantantes en las terrazas y la prohibición de emitir música de cualquier tipo en dichos restaurantes, lo cual motivó la ira del ambiente artístico.
La vocalista de Saiko, Denise Malebrán, escribió molesta en Twitter: “La nueva medida del Ministerio de Salud de prohibir música envasada en locales, es un nuevo golpe a la industria artística. Llevamos 11 meses sin poder trabajar y ahora nos quitan nuestros derechos autorales, que era el único ingreso marginal de nuestro oficio. ¿Qué dice el Ministerio de Cultura?”.
Un debate en el que quienes le han dado voz a determinados momentos de nuestra vida hoy buscan que la misma sea escuchada, aunque en la pequeña pantalla intenten callar a los mismos que en tiempos pasados les hayan sostenido el negocio, y muchas veces a precio de huevo. Como cereza del pastel, Mega opta por difundir la carrera ficticia de una de sus estrellitas de realities como Luis Mateucci, sin siquiera la misma calidad musical de Cami o Mon Laferte.