¿Cual es la edad de oro de la televisión chilena? Creo que parte importante de los analistas y observadores agudos de la industria trazan este periodo en la década de los ochenta, donde por diversos motivos, no necesariamente vinculados al mundo televisivo, alcanzó la hegemonía de los medios de comunicación en Chile, además de constituirse en un papel fundamental en la construcción social de un país con profundas transformaciones.
En esta columna, que fácilmente puede convertirse en un extenso ensayo sobre este período, solo quiere adentrarse en algunos hechos que pueden marcar las fechas que abren y cierran tal periodo.
Digamos que para mi percepción, la larga edad de oro de la televisión chilena abarca desde los años 1978 a 1998, fueron los años donde la televisión experimento gran parte de sus innovaciones tecnológicas que favorecieron su masificación como haberse constituido de forma clara su vocación primordial hacia el entretenimiento, aunque sin perder enfoque a las misiones informativas y culturales. También es en este periodo en donde se establecen los espacios televisivos más exitosos, como los de mayor recordación.
Si bien establecemos el periodo a partir de 1978, debido a la llegada de la televisión en colores, lo que simboliza un cambio copernicano para la industria, en lo objetivo este periodo deberíamos iniciarlo el año anterior, 1977, ya pues es en este año es donde se consolida el modelo televisivo del autofinanciamiento como se establece de forma clara la priorización a espacios enfocados a la dispersión social, ejemplificado en el surgimiento de espacios de entretenimiento como los estelares o la transmisión de grandes eventos deportivos, es en 1977 donde se supera la etapa de “ajuste” vivida por la televisión que había iniciado a partir del Golpe de Estado de 1973, donde se le quita a los canales televisivos un rol fundamental en la exhibición de los problemas nacionales, como el deslizamiento del financiamiento estatal directo, esto provoca una fuerte crisis en los ingresos de las estaciones entre 1974 a 1975, agudizado por la gran crisis económica provocada por el shock de 1975. Ya en 1977, con el fortalecimiento de la economía de libre mercado y las nuevas normativas para la emisión de los avisos publicitarios en televisión, se consolida un concepto de televisión comercial a pesar de que los propietarios de las estaciones seguían siendo el Estado y las universidades.
El simbólico 1978 es el también el año en donde la televisión chilena impone al país un acontecimiento público de importancia, la primera Teletón significó que la televisión ya no solo cubría eventos sociales, sino que ahora tenia la capacidad de crearlos. La consolidación de las importaciones baratas en este periodo también es un factor que favorece a la expansión de la televisión en todos los estratos sociales, con la venta de equipos a menor precio, tanto en la venta de primera como de segunda mano, así llegamos a que la penetración de la televisión en los hogares chilenos alcanzara un sorprendente 90% en 1982, superando con creces a otros artículos electrónicos.
El modelo televisivo fijado en 1977 avanza sin grandes modificaciones hasta finales de la década de los ochenta, con el advenimiento de los procesos electorales que abrirían paso a la democracia, la televisión volvió a cubrir los eventos políticos y sociales con un mayor énfasis, aunque sin trastocar el exitoso modelo orientado hacia el entretenimiento, así espacios como Martes 13, Siempre Lunes y el sempiterno Sabados Gigantes continúan al aire con el restablecimiento de la democracia en Chile. A pesar de la apertura de contenidos, no implicó una discusión sobre la programación ni las políticas televisivas en dictadura, por el contrario, la columna vertebral se mantuvo bastante fuerte.
La televisión tampoco con el restablecimiento democrático no vivió una gran merma en lo respectivo a las sintonias, por el contrario, la década de los noventa fue una demostración clara de que la pantalla chica era el gran medio de entretención de los chilenos. A pesar de la mayor alternativa cultural de aquellos años y el surgimiento de la televisión por cable, la televisión abierta mantuvo de manera incólume su reinado en la vida social de nuestro país, incluso generando nuevos espacios que generaban una alta atención pública como eran las telenovelas vespertinas (cuyo auge se experimenta a partir de los últimos años de este período) o la creación de espacios de altísima sintonia como el estelar Viva el Lunes, la televisión no perdió en este periodo su enorme poder de convocatoria. La transmisión de grandes eventos como los deportivos y la visita de estrellas internacionales durante este perido solo fortalecieron el papel hegemónico de la pantalla chica.
El fin de la edad de oro se experimenta por varios factores, nuevamente no necesariamente interiorizados dentro de la industria misma, la crisis económica que experimenta el país desde 1998 provoca una importante disminución del avisaje publicitario, lo que afectó en gran medida el modelo sostenido en los grandes estelares en vivo con presencia de figuras internacionales, también durante este año comienza a tener una penetracion mayor la televisión por suscripción, lo que implica un alejamiento paulatino de los sectores con mayor poder adquisitivo de la televisión abierta, otro factor es la creciente apertura valórica del país, lo que pone en entredicho el modelo conservador de la industria y termina sepultado de una manera lenta pero creciente el exitoso modelo germinado en los setenta.
A partir de aquel momento vemos una televisión que si bien no perdió en gran parte su trascendencia, si comienza a perder algunos de los factores que lo hicieron un medio tan fundamental para estudiar a una sociedad como lo había sido en el periodo analizado.