El inicio del proceso de vacunación abre la puerta de par en par para que haya una esperanza, quizás no de volver a abrazar o besar a quienes más queremos, pero si para que el bicho que paró el mundo y arrasó con todo lo que quedó a su paso se transforme en un mal recuerdo. Tan pésimo como lo fue el 2020, un año en el que el Consejo Nacional de Televisión -que esperamos se note la mano de la nueva presidenta- recibió un nuevo récord de denuncias, lo que certifica que nuestra pequeña pantalla está cada año más malportada. Y lo que es peor es que cuando la gestión de Parot puso los puntos sobre las íes a los canales con sus sanciones, los canales lejos de tomar iniciativas que promuevan una alza significativa en la calidad de nuestros contenidos, terminaron presentando una queja formal por el perjuicio que conllevan los multazos a las arcas financieras. O sea, prefieren el dinero a que el contenido, y bueno. Por eso están en quiebra.
La nueva presidenta del Consejo debería citar sin resquemores ni faltazos a los ejecutivos de los canales de televisión para que haya un compromiso tácito de subir el nivel de la pequeña pantalla, por necesidad de industria y más que eso: Por salud mental. Ni en el momento de climax farandulero hubo tales cuestionamientos, desde la falta de pluralismo hasta errores editoriales, pasando por el reiterado resquemor de derechamente no poner a la música ni a la cultura en la primera línea. Todo fueron discusiones de políticos que pasan más tiempo en la videollamada de los matinales de CHV y Canal 13 que en la labor para los que fueron elegidos democráticamente -nos guste o no- y hasta tiempo para que los nostálgicos de la farándula dura hagan su espacio nacido a partir de las añoranzas como lo es “Me Late” de TV+. Pero nada dedicado a quienes están haciendo nuestra vida pandémica mucho menos tediosa. Y cuando hablan, es por algo malo, como se vio durante principios de la semana pasada.
Por eso, instamos desde esta humilde tribuna que ha estado en constante crecimiento a que se recupere el tiempo perdido. Sería muy lindo que TVN recuperara “Rojo” por el bien de los jovenes. Que parte del equipo que realiza el programa sea recontratado junto con Álvaro Escobar -y con ello que se llegue a un acuerdo mutuo que permita terminar el litigio que el actor y animador tiene con la justicia- y que se de la apertura para que llegue el Chile real. Porque eso era el programa: Mostraba no personajes televisivamente atractivos, sino que también gente como usted, con sueños como cada uno de nosotros y que ha encontrado en el canto y en el baile la salida a sus problemas. Sabemos que “Moisés y los 10 mandamientos” ha rendido bien últimamente, pero no es lo mismo en comparación con un espacio que ni siquiera era caro, que daba empleo y la posibilidad de destaque para muchos jóvenes. Sonará muy conservador lo que diré, pero encuentro una mala señal que quienes nacieron en ese programa estén viviendo de los canjes publicitarios así como de ventas de artículos de belleza, en vez de las cosas para los que -sabemos que- tienen talento y son capaces de llegar muy lejos.
Vemos como algo muy positivo lo que está sucediendo en el prime, porque desde hace mucho tiempo que no pasaba que tres programas ocupaban los primeros puestos con cifras superiores a los diez puntos. Tanto “Edificio Corona” de Mega como “Yo soy” de Chilevisión y la turca “Fuerza de Mujer” de TVN se pelean el primer puesto, lo que significa que hay público para todo. Y además que hay un canal que está apoyando a los actores, da trabajo a los que están dentro como fuera de pantalla, potencia los productos relacionados a la ficción y hay una audiencia que le da su pleno respaldo, lo cual es positivo. Sobre todo si comparamos la realidad al otro lado de la Cordillera de Los Andes, en donde una novela fue suspendida por el COVID-19 para luego ser cancelada, sin posibilidad de tener un final y cuya productora le adeudó los sueldos a sus trabajadores y actores. ¿Resultado? El canal que lo emitía tuvo que hacer sobre la marcha un paupérrimo programa de canto entre famosos y famosillos que no rindió y se entregaron bloques horarios que antes pertenecían a las “tiras” a las producciones foráneas de Turquía y México. Y hasta el día de hoy las quejas de los gremios artísticos como de los guionistas no han tenido respuesta.
Hemos visto también que La Red le ha dado voz a muchos actores que han estado criticando al actual mandatario en funciones y al Ministerio de las Culturas por su nulo actuar para ayudar al mundo artístico durante la pandemia. Fue tremendamente un acierto el hecho de que Tamara Acosta se sienta tranquila hablando sobre lo difícil que es para el mundo actoral reinventarse con el escaso e inexistente apoyo a los artistas. Sería bueno que en algún programa de Chilevisión o TVN (porque seamos honestos, para estas cosas debería estar la TV pública) se recogieran también las inquietudes de ese hermoso mundo. El canal de Quilín le ha dado la libertad a varias personalidades para que se expresen sobre la precariedad que existen en el mundo de las artes, ¿por qué no hacen lo mismo las otras estaciones televisivas? ¿acaso van a seguir “acatando órdenes” y vetando a artistas?
No necesariamente se invierte mucho haciendo contenido de calidad. En ese sentido los canales deben obedecer a su misma historia: Se sabe que los programas que más trascendieron han sido programas de bajo presupuesto pero con mucho ingenio y creatividad. Por algo “Pipiripao” sigue siendo un programa rememorado y añorado y formador de la cultura friki de Chile junto con el “Club de los tigritos”, además de otros ciclos como “Ojo con el arte” y como un ejemplo más reciente, la barra periodística de los jueves en TVN. Por la otra banda, han habido programas muy ostentosos, con dinero invertido a manos llenas pero cuyo contenido ha sido deplorable como “Porque hoy es Sábado”, “El hormiguero”, los estelares de farándula y los estelares dosmildieceros de Canal 13 y Mega, todos con dispares resultados de sintonía.
En un año electoralmente intenso como este, hay que recuperar el tiempo perdido. Tal vez fue uno o cuatro años en donde se hizo cualquier cosa y nuestro gobierno se destacó por polémicas y aberraciones y la clase política que debería protegernos se dedicó más a pelearse entre ellos en vez de proteger y fiscalizar a quienes dirigen los destinos del país. Cuántas cosas pudieron haberse evitado si se hubiesen hecho las cosas bien. Y no solo hablo desde la perspectiva de medios sino que en la labor de todos, incluso por parte de quienes votamos cada cuatro años.