Desde el momento en que apareció en YouTube “Framing Britney Spears”, el documental realizado por The New York Times y que se emitió en Estados Unidos a través de Hulu en streaming y las pantallas de FXX en la televisión de paga local, no solo hubo un acto de masivo aprecio a la figura de la princesa del pop, sino que abrió un profundo debate acerca del actuar y las actitudes de los medios de farándula dura de ese país, que por supuesto, se replicaron acá.
No cabe duda que la labor de dicha prensa no es instruir sino que seguir los conductos del llamado “infotainment” o tratar conflictos entre famosos de una forma liviana, sin embargo, en el caso de la crisis de Spears en 2007 se documentó cómo varios de esos sitios esperaban un estallido mental aún mayor que pudiese atentar contra su vida para así ganar un par de visitas, asi como también se lucraba con sus desvaríos como aquella presentación de los VMA 2007 que los mismos tildaron de “decepcionante”. Incluso en ciertos foros se hacía una especie de apuesta sobre qué día Britney se quitaba la vida. Así de tóxicos.
La vida y el momento de la artista ha sido marcada por muchos momentos buenos, muchos memorables y otros de un tenor que hoy con el paso del tiempo toman un matiz bastante chungo: En 1999 cuando tenía 17 años fue sexualizada a tal punto que un presentador le preguntó sobre el tamaño de sus pechos asi como otros preguntaron sobre su virginidad, sus movimientos amorosos fueron ampliamente cubiertos y la crisis de su relación con Kevin Federline tuvo tambien una extensa cobertura en los sindicalizados espacios faranduleros. El asedio contra ella, involucrando además indirectamente a sus dos hijos, terminó con lo que todo el mundo vio en 2007 y que le dejó grandes secuelas a su salud mental. Después de aquello, se estimó que su padre debía autorizar todas sus andanzas, sus finanzas y hasta sus salidas para diversión. Eso motivó a una demanda interpuesta hace algunos años y que esta semana, en primera instancia, se resolvió la salida de su progenitor de la toma de sus decisiones.
Demás está señalar que siempre contó con el apoyo de sus leales fanáticos, muchos quienes la siguen desde sus inicios en la industria musical. Los llamados “B-Armys” siempre sostuvieron que Britney era sobreexplotada por su padre y que él se hacía cargo de todo, y no la misma artista, y bajo condiciones consideradas infrahumanas para la edad de la misma. El documental de NYT confirmó todo lo que decían y eso aumentó más el apoyo hacia la cantante.
Pero no solo eso: La misma pieza abrió un debate acerca del actuar de los medios a raíz de extensas campañas de persecución que, en el caso de Britney, causaron su colapso nervioso. Los medios de farándula esperaban un paso en falso aún más trágico, se le hizo bolsa cada vez que se pudo y nunca tuvieron ni siquiera la más mínima compasión con su figura. Por lo mismo, algunos medios como el mismísimo E! Entertainment optaron por pedirle perdón a la rubia por sus comentarios, llegando a decir que los paraguazos “los teníamos merecidos”.
Asimismo, se instaló una conversación acerca de ciertos límites que los mismos medios faranduleros deberían, al menos, intentar no traspasar. Acá mismo tenemos ejemplos de sobra: En nuestras redes sociales hemos documentado a partir de las actas del Consejo Nacional de Televisión varios horrores de los programas faranduleros que cuasi-monopolizaron los contenidos de nuestra televisión hasta llevarla a la actual quiebra y recesión: Desde insultos de connotación transfóbica, pasando por la misma sexualización de menores en “Primer Plano”, hasta el mismo programa mostrando el video sexual de Valentina Roth y humillándola en cámara por lo mismo, además de dichos aberrantes del panelista Sergio Rojas en el entonces “En Portada” tratando de “suelta” a la modelo Mariana Marino. Un verdadero museo de la toxicidad televisiva que debería ser expuesto en varios cursos de periodismo o de gestión de medios.
Malas costumbres de los profarándulas, acá, allá y en todas partes que terminan siempre en la depresión: Le pasó a Katy Perry en la etapa de “Witness”, asi como a Demi Lovato posterior a su sobredosis que casi le quita la vida, en la que se transformó en el ejemplo más vivo de cuan ridícula puede ser la cultura de la cancelación, y también a las Dixie Chicks luego de haber criticado a George W. Bush en tiempos donde el Partido Republicano aun gozaba de prestigio. Claro, hablamos de los tiempos donde Trump y los “rednecks” no existían todavía. Al final, “Framing Britney Spears” termina siendo un recordatorio de que los artistas son seres humanos y que, a pesar de la fama, los logros que pueden haber cosechado y los errores que pudieron haber cometido, siempre son como cualquiera de nosotros.