Revuelo internacional ha causado la parodia que en su primera emisión, el programa humorístico de Mega “Mi Barrio” le hizo a BTS, relacionando a la banda con el dictador norcoreano Kim Jong-Un y burlándose del dialecto asiático. Como informamos anteriormente, dicho escándalo alcanzó ribetes internacionales siendo noticia incluso en el prestigioso New York Times.
Si bien lo que pasó fue lamentable, no es primera vez que la televisión chilena se burla de los complicados momentos de determinados y reconocidos artistas. Es bien sabido que nuestra industria televisiva y la musical pasaron de ser amigos inseparables a enemigos casi irreconciliables, y este caso lamentablemente reafirmó lo que ha sido una triste tendencia que tiene como consecuencia el consabido apagón cultural.
Por ejemplo en el año 2010, días antes de la muerte de Amy Winehouse, el programa “Morandé con compañía” se burló del estado de intemperancia de la artista británica en la que se considera su último concierto antes de fallecer. Durante esa parodia se la mostró como una adicta al alcohol y a la drogadicción en un tono bastante burlesco.
Otro ejemplo más reciente ocurrió en el verano pasado, cuando en el matinal “Mucho Gusto”, también de Mega, se exhibió una nota en la que se especulaba sin pruebas tangibles que reconocidas divas del pop internacional como Madonna y Beyoncé serían parte de una secta illuminati, diciendo incluso que son sacerdotisas de una congregación oculta.
En tiempos pandémicos en donde la salud mental de los chilenos es muy importante, se mira con bastante recelo que canales de televisión de Argentina, Brasil, México, Perú y hasta de Filipinas hayan hecho iniciativas entrevistando a artistas mundialmente conocidos de forma telemática para ser exhibidos en diferentes programas. En el caso del país trasandino, el canal TN emitió una entrevista exclusiva con Katy Perry mientras que su más cercano competidor, C5N, hizo lo propio con Lady Gaga. Acá no se ha visto ni siquiera una iniciativa similar ni en televisión abierta ni en el cable.
Un apagón cultural es evidente cuando los medios proyectan percepciones erráticas de los cantantes, lo cual ha sido una triste consonancia durante la pasada década y en esta época de COVID-19. Mucha gente no tiene idea de quienes son los cantantes que, en diferentes estilos, han hecho una carrera más que sólida y respetable, y se dedican a denostarlos desde la más absoluta ignorancia. En el caso de varios artistas nacionales incluso han sido no solo invisibilizados por los grandes consorcios televisivos, sino que también duramente perseguidos, como se ha dado lamentablemente en Cami.
Lamentablemente, desde el fin de “Rojo” que la música en televisión ha sido un bien escaso que durante el año pasado, después de que aumentaran los contagios, no aparecieron en pantalla. Ni siquiera la protesta que hicieron un grupo de cantantes este año demandando más apoyo hacia el Ministerio de las Culturas tuvo una nota en los informativos.
En el caso de la parodia a BTS, resulta hasta insólito que venga desde el mismo canal que tiene una radio donde varios K-Popers suenan con bastante frecuencia como Carolina, y que incluso pongan sus videos musicales en su canal de televisión de paga dedicado a la cultura asiática como ETC.
Lo peor es que además de que a nadie le parece importar, ignoran los grandes beneficios mentales que da la música en tiempos de pandemia. Cada día se descubren propiedades curativas para el cerebro que tiene el hecho de escuchar pop, mientras que otros estudios demuestran que contribuye al estudio, al trabajo y al aprendizaje. Y la televisión chilena, en vez de apoyar (como ocurrió en los 90s gracias a Gonzalo Bertrán, Eduardo Dominguez, René Schneider y las hemanas Colodro en los espacios que dirigieron), se dedican a atacar. Y la parodia a BTS se transformó en otra triste evidencia de aquello.