A través de un carta en El Mercurio, el destacado músico nacional Valentín Trujillo exigió ayuda no solo para él, sino que también para los músicos chilenos que han visto como sus trabajos se han ido precarizando y muchas veces extinguiéndose después de la pandemia, sobreviviendo en bajas condiciones realizando sus materiales musicales.
Comenzó diciendo que “los músicos que ya contamos con varias décadas en este mundo, estamos preocupados. Hoy, como tantos adultas y adultos mayores, enfrentamos el encierro, aislamiento, la imposibilidad de abrazar a nuestros hijos y nietos, la incertidumbre frente al futuro y la posibilidad cierta que nosotros o nuestros cercanos se enfermen. Sin embargo, hay algo que nos preocupa tanto o más que todo eso: nuestro gremio. La Música”.
En su misiva al decano, el pianista declaró que “con mucha pena vemos cómo este arte, al que hemos dedicado nuestra vida entera, ha terminado silenciándose por completo, dejando a miles de compañeros, compañeras y colegas en una crisis tan profunda, que hoy no parece haber en el horizonte otra cosa que desesperanza”.
Agregó además que “saber que artistas talentosísimos están viéndose obligados a dejar la música para sobrevivir, o que los más viejos pasan sus días sin poder hacer la que ha sido su actividad y su pasión por más de 50 años, es muy doloroso”.
Asimismo, criticó duramente al gobierno por la evidente inacción para solventar al mundo de la cultura. “ese dolor se acrecienta aún más al ver que el Gobierno, las autoridades, le han dado la espalda a la cultura” declaró, para continuar diciendo que “Es una sensación angustiante, que me tiene aquí clamando por un salvavidas para la música chilena, en un grito que no detendré mientras tenga voz y fuerzas. Es urgente que el Gobierno concrete una ayuda real para todos aquellos para quienes la música es nuestra vida, nuestra pasión. Necesitamos saber que se agotarán todos los esfuerzos para impulsar nuestro arte apenas sea posible”.
Añadió respecto al gremio que representa que “La música es un arte profundamente conectado con la gente. Está en todas las casas, en las fiestas, en espacios públicos, en momentos históricos, en conciertos multitudinarios, en campañas políticas. Está en la intimidad de las personas, en su soledad, en sus angustias. La música celebra la vida y en mis más de 70 años de trayectoria, he podido comprobar que también puede salvar vidas. Pero hoy, cuando es la propia música la que necesita ser salvada, vemos con impotencia que ha sido dejada completamente sola y a la deriva”.
El artista cerró diciendo que “este es un grito por mí, por todos y todas, para permitir que en una de las peores crisis que ha enfrentado la humanidad en el último tiempo, aún tengamos ganas de seguir viviendo”.