Los matinales de televisión son el género que más trascendencia hoy tiene en la industria, no necesariamente son los espacios de mayor sintonía, pero son los espacios que más relevancia tienen, en parte porque es uno de los pocos espacios donde hay competencia directa entre los canales, como se exponen los rostros de mayor figuración y credibilidad en la pantalla chica, como decíamos el año pasado, los matinales han ganado la extraña condición de ser el eje conductor de nuestra televisión, en parte porque el contenido de los otros horarios pierden relevancia en parte porque el espectador prefiere otras alternativas que necesariamente no se encuentran en la televisión abierta.
El nivel de trascendencia ha llegado incluso a reemplazar a la hegemonía que gozaban los departamentos de prensa a través sus noticieros, programas de reportajes y tertulias de actualidad. Hoy el espacio editorial de las estaciones se ha radicado a los programas matinales, que hoy por hoy tienen una agenda paralela a la de los servicios convencionales de información, con mayor énfasis ciudadano y que incluso ha obligado a los departamentos de prensa a imitarlos, sumando espacios de rostros que entreguen opinión, apelando al público, como es el caso de Rodrigo Sepulveda y Rafael Cavada.
Ya es sabido que, a pesar de el talante despotricador de algunos de sus conductores, la clase política ha escogido a estos espacios como los fundamentales para emitir su mensaje, ahí pueden encontrase varias horas en pantalla, incluso apareciendo en más de un programa el mismo día. Pero esto no es la gran novedad, incluso los candidatos presidenciales, aquellos que solo aparecían contadas veces en estos espacios, han intervenido en estos programas con bastante frecuencia y sin los privilegios que recibían en su momento, hoy interactuan debatiendo con diputados y ex políticos, sin la pompa que implicaba la presencia de los aspirantes al principal cargo político del país.
Se ha constituido por la fuerza de las circunstancias una nueva plaza pública, el espacio de interacción ciudadana, de las inquietudes, donde se juntan los pobres y los ricos, el lugar donde se encuentra el poder político y los predicadores de ocasión.
Claramente este no es el espacio ideal, no es el agrado de muchos, pero es lo que hay, y creo que el acercamiento del diálogo político hacia espacios menos elitistas (como los debates dominicales) es necesario, pero debe abordarse con menos sentido del espectáculo, y sobre todo, sin en envenenamiento previo de la discusión como se ha visto constantemente. La televisión (y sus rostros) deben participar de manera constructiva en el restablecimiento necesario y urgente de las confianzas con la clase dirigente y no ser parte de la horda que solo crítica y no propone nada a futuro.