Esta semana debutó, con muchos fails, una nueva temporada de “Zona de estrellas”, el longevo programa de Zona Latina reconvertido en una mala copia de “Me Late”.
Sin embargo, llamó tremendamente la atención de que una de las panelistas de este primer capítulo fuese alguien que precisamente, en las postrimetrías de la campaña electoral, se postula por un escaño dentro del hemiciclo del Palacio Pereira: Adriana Barrientos, candidata por el FRVS, el partido de Jaime Mulet.
Su participación en esta elección fue motivo de polémica ya que, en primera, nadie vio con buenos ojos el hecho de que ella, de tremenda ligazón con los programas ligados a la telebasura en Chile, incursionara en política -y teniendo a vista de todos el mal ejemplo que dan Pamela Jiles y Pablo Maltés-, y segundo, que haya girado a la izquierda siendo que hasta la década pasada era ferviente defensora del piñerismo, tratando pésimo a actrices de izquierda como Mariana Loyola.
Dicho sea de paso, su presencia dentro del programa del canal de cable estuvo ligado a la polémica, ya que como panelista hizo lo que mejor sabe hacer y que ya hemos criticado en este portal: El insulto. Se refirió de muy mala manera hacia Pamela Díaz diciendo “El único consejo que se le puede dar es que deje el trago, está con un vaso de trago y hablando tonteras en estado de ebriedad”. ¿Y así quiere redactar la nueva Carta Magna?
La no-aparición de José Luis Bibbó, otro panelista y que atribuyó su ausencia a la presencia de Barrientos, no resiste análisis porque creo que no corresponde.
Acá se analiza que alguien a la que, personalmente, no he visto haciendo campaña por el cargo al que postula, esté en su lugar como en sus viejos tiempos participando en paneles faranduleros, olvidándose de que está en carrera por ser Constituyente. Se saben los peligros de que la lógica de la farándula dura ocupe altos cargos en política: Lo vimos en Estados Unidos, en Brasil y el riesgo está en nuestras narices. Además, no sabemos cuales son las verdaderas intenciones de Adriana Barrientos para querer llegar a cargos que requieren de una capacidad mucho mayor como es el de redactar la casa común de nuestro país, así como tampoco se sabe qué piensa de problemáticas como la gestión gubernamental respecto al COVID-19 -del que muchos candidatos a la elección del domingo se han referido, sea para criticar como para defender- o del alza de la pobreza y la desnutrición en nuestro país, o de la crisis que vive el mundo de la cultura y que anoche fue tema en “Mentiras verdaderas”.
O se es panelista o se es candidata a Constituyente, pero no se pueden hacer las dos cosas a la vez, ni menos cuando la campaña aún no se termina.