“No la vimos venir”. A estas alturas es casi un lugar común: Todos pronosticaban un batatazo de la unificada lista oficialista, sin embargo, los independientes y Apruebo Dignidad dieron la sorpresa en la Constituyente y ese mismo auge se tradujo en la Gobernatura y Municipal. Han surgido rostros jovenes a los que hay que poner atención y que pueden marcar un antes y un después en la política chilena, mientras que los que a partir de ahora llamaremos “tarotistas electorales”, esos que pertenecen a los que siempre se llama “elite política”, no le atinaron a una.
En fin, viene una etapa de cambio de paradigma. Chile cambió, pero nuestra televisión todavía no se da cuenta.
Ayer en el primer día de cañazo electoral aparecieron los mismos de siempre comentando por qué perdieron o no sintonizaron con la gente, sin embargo, los ganadores de esta Megaelección acudieron a “Mentiras verdaderas” de La Red además de tener entrevistas con CNN Chile. Y acá viene el primer punto al que hay que tomar atención: El auge de los llamados medios alternativos.
Daniel Stingo, el constituyente más votado a nivel nacional, luego de ser injustamente exonerado de TVN se hizo un nombre en el underground multimedial desde el hoy llamado “La voz de los que sobran”, suficiente para ser primera mayoría en el Distrito 8, mismo caso para Alejandra Valle que fue electa concejal. Hubo voces que si bien no tuvieron resonancia en los medios tradicionales, si la tuvieron en medios digitales como el mismo antes mencionado, Interferencia y El Desconcierto.
En Viña pasó lo mismo que en 2016 en Valparaíso: Cuando los medios se concentraron en Andrea Molina y Marlén Olivarí -de hecho, una encuesta publicada en septiembre de 2020 la daba como ganadora- por su ligazón con la televisión cada una en distintos papeles, la ganadora fue Macarena Ripamonti convirtiéndose en la alcaldesa electa más joven del país y que en la TV abierta tuvo apariciones en el programa de conversación del 4.1 además de tener amplio respaldo en redes sociales.
En esa misma elección de hace casi cinco años los matinales vendían y publicitaban todo sobre Cathy Barriga, sin embargo su excesiva figuración en los medios más las denuncias de Contraloría y sus peleas con Mega hicieron que se impusiera la opción de Tomás Vodanovic. Lo mismo en Ñuñoa que, a diferencia de otras ocasiones, no tuvo cobertura sin embargo ganó Emilia Ríos, terminando con una dinastía de larga data de la derecha.
Cuando ganó el Apruebo, se cuestionó que la opción perdedora haya estado sobrerrepresentada en algunos canales de televisión, principalmente en Canal 13 que todavía no sabe interpretar el nuevo panorama así como tampoco le ha dado coherencia a su tan publicitado “nuevo horizonte”. Este año pasó lo mismo y a diferencia de 2017 cuando todos los días abrían con una nota sobre Venezuela, la televisora de los Luksic perdió mucho por su sobrepolitización y los cuestionamientos a su rol informativo. La razón por la que Andrónico compró el canal, la de influir en la ciudadanía, no se cumplió y el aferro al “partido del orden” le ha traido una pésima imagen al canal naranjito.
Pareciera que la TV chilena vive en un mundo paralelo pero asi como el diagnostico es que los canales generalistas perdieron y tienen que empezar a leer el nuevo esquema de país, tenemos que hacer un llamado a la cordura incluso hacia nosotros mismos: Los cambios no van a ser de la noche a la mañana. No esperemos que de un día para otro “los mismos de siempre” pierdan voz en los matinales o bien que se aplique el “minutaje” del 24 Horas noventero del cual se quejó hasta la misma Concertación. Todo va a ser un largo proceso, y acá quiero ejemplificar con una televisión que entendió el mensaje de la ciudadanía y la aplicó incluso en tiempos adversos para su democracia: Estados Unidos.
En 2008-2009, tras el triunfo de Barack Obama con su discurso de cambio, las grandes networks gringas captaron los nuevos vientos y las acogieron en sus estudios: Los noticieros comenzaron a hablar de forma seria de temáticas como la discriminación racial y la falta de equidad de género; la Comunidad LGBTQ se vio fuertemente reflejada en los canales abiertos tanto como el cable a través de series y espacios de entretenimiento que terminaron acogiendo sus temáticas como fueron los casos de Glee, The Voice, American Idol y los concursos de transformistas de RuPaul y hasta creando canales especializados como LOGO; las mujeres comenzaron a ganar protagonismo con rostros fuertes como Norah O’Donnell, Savannah Guthrie, Hoda Kotb, Sarah Silverman y Tina Fey así como la fértil industria musical tuvo su primavera contando incluso con varias de las suyas con programas propios en el daytime como son los casos de Queen Latifah y el más reciente de Kelly Clarkson; a los degenerados y acosadores como Matt Lauer y Leslie Moonves se les desterró sin chistar de la televisión sin importar sus éxitos o su trayectoria en pantalla; se comenzaron a hablar de temas que en tiempos conservadores eran todavía tabú; al primer comentario racista se le quitó la pantalla como fue el caso de Megyn Kelly que hoy está alejada de la TV luego de una triste apología al blackface.
Pero todo eso fue un cambio gradual, fue un largo proceso que incluyó cambios en productores, direcciones de canales y líneas editoriales. Se tomó realmente en serio el discurso de esperanza y cambio, el cual se mantuvo en la etapa de Donald Trump teniendo como su punto más icónico el corte masivo de su discurso en esos cinco tensos días electorales cuando habló de un presunto fraude electoral así como también durante el Asalto al Capitolio, junto con su apoyo a la gestión de Joe Biden y Kamala Harris.
Todo fue una larga definición cuyos resultados están a la vista de todo el mundo. A pesar de ciertos pesimismos, tenemos fe en Chile y en su destino, como también en el de los medios de comunicación. Esta mañana precisamente se vio una señal poderosa cuando “Bienvenidos” tuvo la presencia de la flamante nueva alcaldesa de Santiago, Irací Hassler. Una simple entrevista que a la vez es una clara señal de futuro: La pequeña pantalla no debe estar ajeno a lo que se viene.