Habíamos comentado en la semana pasada sobre el poder de la imagen televisiva en las decisiones sociales, el poder construido por este medio a lo largo de medio siglo y que es un eslabón fundamental en el desarrollo social de Chile en aquel periodo. El tema es que las últimas elecciones, sobre todo las elecciones a constituyentes no deja una lección que puede tener diversas interpretaciones, pero lo fundamental es que la imagen televisiva no es suficiente para generar credibilidad, a pesar del alto conocimiento de estos personajes.
Estrictamente en los resultados para la convención, fueron pocos los personajes que hicieron su fama a través de la pantalla chica que alcanzaron un escaño, la particularidad de todos estos representantes es que su trayectoria televisiva ha sido construido a través de la alta credibilidad que tiene su imagen, sin caer en escándalos y siempre priorizando sus conocimientos profesionales sobre la demostración a otros, la elección del fin de semana pasado también ha puesto una lapida a un modelo televisivo que fue pernicioso no solo en el desarrollo de la televisión sino ha sido dañino en la sociedad misma.
La farándula ha salido derrotada no solo porque sus personajes no alcanzaron sus objetivos en la convención, sino también salieron derrotados aquellos grupos que hicieron del escarnio y la denigración una forma de atraer publicidad, los paupérrimos resultados obtenidos por la pareja de Pamela Jiles en la elección a gobernador de la Región Metropolitana es un botón de muestra, pero ha sido la misma actitud de la Jiles la que salió derrotada, la semana pasada la periodista se burlaba de su colega Gabriel Boric al no estar alcanzando las firmas para llegar a ser candidato presidencial, finalmente Boric alcanzó con creces su objetivo, nos atrevemos a decir que la actitud de Jiles provocó no solo en los adherentes de Boric una actitud proclive a fortalecer candidatura, no solo por las cualidades personales del candidato de Convergencia Social, sino por establecer un “cordón sanitario” a prácticas que terminan germinando la sana convivencia democrática.
La imagen televisiva incluso hoy está en boga, sobre todo en las generaciones más jóvenes, muchos candidatos (sobre todo independientes) no alcanzaron a figurar en televisión y a pesar de tal “handicap” obtuvieron los votos suficientes para ser elegidos constituyentes. Si hay algo que quedó establecido en esta campaña política ha sido la incidencia de las redes sociales, quebrando el paradigma establecida en 1988 donde la televisión era la fuente principal de las campañas políticas.
Si bien enfrentamos una serie de incertidumbres sobre el contenido de la nueva constitución, es positivo que parte fundamental de los miembros electos tengan méritos para estar en ella, no están ahí por haber sido fuertemente financiados por algún gran empresario ni porque han generado su fama a través del escándalo fácil. Tal vez es lo más positivo que quedó del fin de semana de elecciones, que la imagen no es suficiente para poder generar credibilidad pública.
Esperemos que esto sea algo permanente y no una golondrina que no hace verano.