No quepa duda que Chile ha experimentado un cambio político y social enorme, las bases por las cuales ha estado construido nuestro país desde casi medio siglo han estado fuertemente cuestionados, y entre ellos, están en la mira pública los medios tradicionales de comunicación. Pero no queremos hablar de los asuntos contingentes, sino hablar de cómo los cambios sociales provocan un reordenamiento en los modelos televisivos.
En países como Estados Unidos, el mercado más desarrollado de esta industria, esto es más claramente evidente, los diferentes cambios políticos provocan una serie de revisiones a los contenidos que trasmiten las estaciones, ejemplos claros se provocan cuando en la industria norteamericana pasan de gobiernos de talante progresistas a conservadoras (y viceversa) en los gobiernos del primer sector la televisión intenta tocar temáticas más punzantes, así sucedió en la década del setenta, en pleno auge del movimiento de los derechos civiles, donde los contenidos buscaron abarcar las diferencias étnicas, de género y sociales del país del norte, pero en los ochenta, en plena “ola conservadora” los contenidos pasaron a suavizarse, privilegiando series que llamaban al fortalecimiento de los valores familiares, la ética del trabajo y el compañerismo, tal vez el mejor ejemplo de lo descrito anteriormente fue el fenómeno ocurrido en la primera temporada de Los Simpson (FOX, 1989), serie que quebranta el tradicionalismo amparado en programas como The Cosby Show (NBC, 1984), esta polémica llegó incluso a la entonces pareja presidencial que se enfrentaron en una disputa epistolar con los personajes de la serie amarilla, que incluyó la opinión de Barbara Bush argumentando que “es preferible para la familia americana un clan como los Walton (una antigua serie estadounidense) que los polémicos Simpson”.
En Chile este tipo de polémicas no ha llegado tan profundo, y se debe a que ciertos modelos televisivos y las temáticas que estas incluyen no experimentaron cambios gravitantes al cambiar de gobierno, incluso de régimen político. Anteriormente habíamos detallado que el modelo que consagra la entretencion sobre otros contenidos había superado a la dictadura y pudo reinar durante toda la década del noventa. Sólo en la década del 2000, y no necesariamente por un cambio de gobierno de otra coalición política, la industria nacional experimentó un cambio enfocado hacia la telerrealidad por sobre vías de entretención directos, así, programas como los reality show y otra serie de programas derivados surgieron como alternativas que tenían el “plus” de abarcar realidades que la televisión parecía obviar por años, así, de una manera tímida, pero palpable, los chilenos pasamos pasamos ver casos vinculados com la condición sexual de sus protagonistas y de la biografía misma de estos participantes. La televisión comenzaba comenzaba premiar la autenticidad por sobre el mundo de realidad paralela que había construido de manera tan exitosa en décadas anteriores.
El llamado estallido social encontró a la industria nacional sumida en una larga depresión, tanto económica como de contenidos, esto repercutió de como se llevó a los hogares los acontecimientos surgidos desde el 18 de octubre de 2019. Además de la fuerte crítica ligada a la vinculación con las altas esferas del poder, la televisión no pudo reflejar los anhelos de la ciudadanía de una manera completa, y no sólo hablamos de un ímpetu de reflejar las inquietudes sociales a través de las vías más rápidas, como son los contenidos informativos, sino generar espacios que busquen relatar los eventos acontecidos a través de otras representaciones como los espacios dramáticos y documentales, hasta el día de hoy no hemos visto producciones dramáticas que reflejen el sentir de un país que experimenta cambios, y más encarecidamente, los motivos del por que el país vive esos cambios. Entendemos que la pandemia ha repercutido en las planificaciones de las estaciones, pero causa extrañeza que más allá del ámbito informativo no se haya generado contenido que abarque de una manera más profunda las razones del estallido social, no hablamos de una acto de adulación a lo acontecido, sino simplemente reflejar a través de la pantalla chica los múltiples problemas e inquietudes que viven nuestros compatriotas, si bien han habido algunos proyectos en el pasado (gran ejemplo de aquello fue la serie El Reemplazante) estos no se profundizado con el paso del tiempo.
Hemos sido testigos de como el país ha experimentado sus carencias y necesidades, hoy temas como la desigualdad social, el acceso a bienes de sobreviviencia básicas como el agua y el abuso de ciertos sectores no son temáticas que se circunscriben a pequeños grupos de activistas, representantes de estos mundos sociales han ganado ampliamente en este último proceso electoral, de una manera busca hemos aterrizado temas que habían estado en boga desde hace años, pero que han cobrado un interés social permanente, no por una moda, sino porque es una realidad imposible de obviar, todo esto se ha hecho sin el reflejo de la televisión, lo que ha dejado claro que este medio ha sido superado por otros que han tenido mejor penetración para poder llevar ciertos mensajes. El tema ahora es que papel jugará la televisión en reflejar-tarde-estas inquietudes y sobre todo de que forma, es evidente que no hay abultados presupuestos para proyectos ambiciosos, pero la pantalla chica local no puede quedar solo en la esfera contingente de sus servicios informáticos el canalizar las diferentes temáticas que el país está viviendo.