El pasado día Miércoles, un grupo de personajes vinculados al mundo de la televisión fueron sorprendidos de manera flagrante violando las restricciones de reunión fijadas por el estado de emergencia. Entre los rostros que se encontraron en esta fiesta clandestina se encontraba el ex futbolista y comentarista de ESPN, Dante Poli (propietario de la vivienda donde se organizó la reunión), y el periodista y conductor de noticias de Chilevisión, Karim Butte, la señal de Turner inmediatamente terminó las relaciones laborales con Butte, a pesar de conducir importantes espacios como el noticiero matinal de la estación.
La decisión de Chilevisión parece acertada, no sólo porque una persona infringió las restricciones fijadas por la autoridad, sino que por su conducta puso en peligro la salud de sus colegas en la estación televisiva, todo envuelto en un entorno donde la pandemia dista lejos de ser controlada, en donde diariamente se da a conocer más de cien personas fallecidas por el Coronavirus, parafraeando a un colega de Butte, estamos hablando al equivalente que todos los días caiga un avión de pasajeros. Además, la estación se ha esmerado en crear una campaña pública, paralela al de la autoridad sanitaria para que la población tome las medidas necesarias para evitar la propagación del virus e incentivar la campaña de vacunación, por ende, la actitud de Chilevisión con Butte es totalmente coherente con la acción que está cumpliendo la cadena con la comunidad, cualquier cosa contraria sería calificada negativamente por el público.
Y ahí está el principal atributo de Chilevisión, que el canal inmediatamente haya decidido rescindir sus funciones al comunicador, ya conocemos casos en que estaciones televisivas amparan a rostros y colaboradores que infringen de manera evidente los principios editoriales que buscan construir los canales y las campañas de acción social que estas promueven. Cuando promovían la tolerancia, no marcaban la cancha a rostros que directamente infringen tales principios, también esto se expande a productores televisivos que exhibieron al aire a personajes que propagaron mensajes de odio, entonces las cosas no cuadran. El mejor ejemplo de todo lo detallado anteriormente es sin dudas la actitud de Canal 13 en años anteriores, estación que con esmero enarbolaba la bandera del orgullo LGBT, pero en sus programas daban tribuna a sectores filonacistas, todo muy coherente.
Las responsabilidades de nuestros actos tienen consecuencias, y eso es algo que la ciudadanía debe tener en claro. Nuestro país perdió la paciencia en parte porque veían que las clases dirigentes nunca asumían sus errores acometidas en contra de la fe pública, la cohesión social se construye también cuando todos los ciudadanos sientan que no exista justicia diferente para los más privilegiados, entonces la actitud tomada por Chilevisión no solo es correcta por las consecuencias sanitarias de la actitud temeraria de Butte, sino porque fija un canon difícil de evitar por parte del resto de las estaciones televisivas, todos, a pesar de la posición de privilegio que poseen, obedecen a las mismas reglas y tienen las mismas sanciones que cualquiera de los mortales tienen al momento de infringirlas.