Estamos a tan solo una semana del inicio de un cambio de época, una nueva transición, el inicio de un camino que nos puede llevar a eso que tanto estabamos buscando.
Habíamos dicho al cierre del año pasado que el 2020 fue un año de aprendizaje, en el que la industria televisiva sacó las conclusiones de lo que sirve y lo que no. Distintos estudios han revelado, por ejemplo, lo sobredimensionadas que están algunas tendencias políticas sobre todo en algunos canales: El Rechazo, que tuvo tribuna asegurada sobre todo en Canal 13 tanto para la seriedad como para la chacota, apenas alcanzó el 22%.
El mismo fenómeno se repitió este año con las Municipales y Constituyentes: La entrevista en la que Cathy Barriga dió explicaciones acerca del reportaje que se le hizo sobre sus gastos irregulares en “Bienvenidos” no sirvió de nada y Tomás Vodanovic se alzó con la alcaldía en una de las comunas más populosas del país. Daniel Stingo, exonerado a la fuerza de la televisión abierta, encontró su plataforma en la radio y en los medios digitales y se consolidó como el constituyente más votado del país. La sobrerrepresentada voz de Chile Vamos y el Partido Republicano no impidió que dichas fuerzas tuviesen su peor rendimiento en elecciones desde el retorno a la democracia.
Los candidatos tanto a constituyentes como a alcaldes que en la televisión nacional no tuvieron el suficiente espacio (y la competencia por Santiago así lo demostró, cuando Alessandri figuraba casi siempre en los noticieros de la tarde) al final le demostraron al país que se puede generar otro tipo de liderazgos, aún con la indiferencia de las pantallas de libre recepción.
¿Cuál fue la lección que nos deja el primer semestre? Simple: Hoy no basta solo con tener una abultada agenda de entrevistas en El Mercurio o aparecer cada dos semanas en “Mesa Central” o “Estado Nacional”.
Tampoco convienen los paneles políticos tipo “Intratables” donde la discusión más se asemeja a la lógica de los poderosos paneles faranduleros.
El aprendizaje es que hoy, más que nunca, necesitamos a todas las voces. Volver a escucharnos, a disentir pero siempre desde el respeto, nunca a partir del odio ni en intentar humillar a tu oponente.
Necesitamos un real pluralismo en los medios de comunicación. Ya vemos cómo está el Grupo Copesa, El Mercurio con su propia crisis interna que tuvo incluso un paro en su filial en el norte. ¿Debe haber espacio para más tendencias? Por supuesto. En España no solo se cuenta con los históricos El Mundo, ABC y El País (diario creado a partir de la transición democrática a fines de los 70s), sino que con propuestas incluso desde otras comunidades como La Vanguardia y El Periódico de Catalunya, juntamente con espacios en internet como Público, El Español y El Diario.
Quizás la diversidad que no hay en la televisión análoga se está encumbrando en la TDT: Además de los siete canales de siempre recibimos contenidos diversificados como WappTV, Bio-Bio TV, 38TV de Televisión América (que además supimos que tiene incluso el apoyo de TVN) y prontamente se sumará la segunda señal del canal público, y a ellos agreguemos los canales locales habidos y por haber. El pluralismo que no se encuentra en papel se descubre en internet: El Desconcierto, El Dínamo, La Voz de los que Sobran, La Voz de Maipú (que se expandió a Cerrillos y Estación Central), El Ciudadano, El Líbero, Ex-Ante y El Mostrador.
Y de alguna u otra forma, también los medios que hablamos de televisión estamos vinculados a ese pluralismo que tanto anhelamos, tanto Fotech, El Filtrador y este humilde portal. Todos cumplimos un rol desde distintos estilos. ¿El nuestro? Destacar los elementos que creemos que pueden aportar a esa verdadera transición y al debate sobre por qué aciertan o fracasan los canales de televisión, siempre desde un punto de vista crítico pero con sensatez. La mala leche, el tono destructivo, el insulto destemplado, solo favorece a los que se quedaron en el 2011. Cumplimos un rol que es observar los éxitos y ver por qué fallan algunos programas, así como graficar algunos contenidos que parecieran emitirse en el Chile antiguo.
Sentimos sin duda una responsabilidad gigante en estos meses que vendrán. Un aire renovador que comenzará el próximo lunes cuando los nuevos alcaldes asuman en sus cargos, que proseguirá el 4 de julio cuando sesione por primera vez la Convención Constitucional, el 14 de julio cuando asuman los gobernadores y continuará hasta las elecciones que vengan en la otra mitad que queda del año. Y entre medio los efectos de la vacunación masiva que pueden comenzar a ser visibles de aquí en más.
Ya no están los tiempos para la amargura, el odio, la violencia y la prepotencia. Ya de eso hemos visto y sufrido mucho. Hoy son los tiempos de creer: Creer en un nuevo Chile, en una nueva esperanza, pero por sobre todo en una nueva forma de concebir los medios. En una nueva televisión.