Días después de la asunción de la Convención Constitucional, El Mercurio ha lanzado incendiarios titulares que reafirman el tenor editorial que ha adoptado ante el nuevo curso de la historia. Expresó a través de un titular su malestar por un acuerdo adoptado en el ex Congreso que “valida la violencia como método de presión política”, del mismo modo que habló sobre un atentado en Cañete que fue presentado como “el primero después de la instalación”, sin tener que ver realmente una cosa con la otra.
Todos sabemos que el diario de los Edwards le habla a su elite, sin ir más lejos es el medio favorito de los empresarios y la gente ligada a las altas esferas de nuestro país para expresar su preocupación sobre ciertos temas. Fue el periódico en el que, por ejemplo, Felipe Alessandri escribió una columna para despedirse de la alcaldía de Santiago sin hacer una mera autocrítica sobre por qué falló cuando se trata de mantener las calles libres de delincuencia, sobre todo para los que no son del Centro Cívico capitalino. También varios altos conservadores como Gonzalo Rojas, Lucía Santa Cruz (experiodista de UCTV y hoy con un cargo importante en Libertad y Desarrollo) y Carlos Peña se muestran extremadamente preocupados por el curso que sigue el país.
Sin embargo, dentro de una de mis conversaciones con mi equipo, hemos llegado a la conclusión de que el verdadero problema no son los titulares de los muchachos de la Avenida Santa María. Pedirles que estén a favor de la CC es como pedirle a “Me Late” y “Que te lo digo” que traten con respeto a las mujeres. Eso no va a pasar. Si bien hay el tenor de sus títulos nos recuerda a los 70s cuando se titulaba incendiariamente y celebraban la “gesta heróica” del ’73, sino que es algo más de fondo: La poca diversidad de voces.
Si usted sale hoy a la calle y ve un kiosko, podrá encontrar que en cuanto a diarios no hay otra opción que no sean el decano, LUN, La Segunda y el diario regional de su preferencia, que también es del mismo conglomerado en algunos casos. Con el Grupo Copesa reducido a su más mínima expresión, hoy hay un casi monopolio de la prensa escrita, en donde la pluralidad de voces no es más que una utopía.
Usted dirá que “para eso existen los medios digitales” sin embargo, eso no arregla el problema de fondo. En España hay una plena diversidad de voces y tendencias, desde ultraconservadores como ABC, La Vanguardia y El Mundo; hasta progresistas como El Periódico de Catalunya y El País, este último que nació bajo el alero de la transición a la democracia y que siempre mantuvo su línea hasta hoy. En Estados Unidos tenemos al New York Times, Washington Post, USA Today y el New York Post, todos de diferentes credos tanto republicanos como democrata. Incluso en el diario capitalino se pueden ver reportajes sobre los empresarios gringos aún teniendo de dueño al mismísimo Jeff Bezos.
Acá no hay nada de eso y eso puede preocupar más que los titulares mercuriales o las portadas apolíticas de LUN, que tal como la farándula dura, le hablan a esa gente que no le interesa el contexto social del país y cree que “gane quien gane, mañana igual hay que salir a trabajar”.
Entonces creemos que necesitamos que se empareje la cancha y que existan nuevos actores en la prensa escrita. Gustele o no a los herederos de Agustín.